Dramatizaron una detención y terminaron presas

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    Desde hace 41 años se repite la conducta de presuntos maltratos de los funcionarios policiales a las mujeres dedicadas al trabajo sexual, por eso Gladys Murillo dedica esfuerzos para tratar de reivindicar una ocupación estigmatizada. Destaca que sólo pide que se reconozcan sus derechos  como cualquier otro trabajador y que no sean perseguidas.

    “Nos acusan de alterar el orden en la vía pública y cualquier otro delito y si no les pagamos nos llevan detenidas. Pueden quitarnos entre $15 y $300, sin embargo, en el caso de una extranjera puede ser hasta $1300. Multiplica esa cantidad por cinco en un día. El trabajo sexual es un negocio para ellos” denuncia Murillo quien alega que las denuncias nunca son investigadas y en otros casos las victimas no se atreven a exponer su caso ante las autoridades por miedo a represalias.

    Durante una manifestación en las calles de la Ciudad de Panamá, quienes apoyan esta causa, incluidos algunos miembros de la comunidad LGBTI,  gritaron consignas en las que rechazaron calificativos como “putas” o “prostitutas”. Esperan que estas mujeres sean reconocidas como trabajadoras sexuales. También mostraron una dramatización de su relación, presuntamente habitual, con las fuerzas de seguridad “es la realidad que pasan las compañeras cada vez que van a trabajar. Son detenidas arbitrariamente, son revisadas sus carteras, en donde sacan el dinero o lo que a ellos les convenga de su cartera” detalla la vocera del grupo.

    Destacó que las mujeres transexuales tambien se unen a la denuncia porque también se dedican a esa ocupación, “en ocasiones sufren peores maltratos que nosotras mismas”. Gladys Murillo asegura que todo tiene un límite y eso precisamente la ha llevado a promover la defensa de su gremio hasta ahora sin ningún tipo de respuesta afirmativa.

    Lo que empezó con una dramatización de las detenciones policiacas a trabajadoras sexuales terminó convirtiendose en una realidad. fue una de las detenidas durante esa jornada antes de pedir “cero discriminación y cero insultos” a quienes rechazan su oficio.