El colapso de la industria petrolera venezolana: produce menos y contamina más

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“El sector petrolero de Venezuela se encuentra actualmente en mínimos históricos, tanto en términos de su producción como de su impacto ambiental. Deteriorados oleoductos y refinerías en decadencia, quema sin restricciones de gases de efecto invernadero y la hostilidad del gobierno hacia grupos ambientalistas han contribuido a una crisis creciente en uno de los países con mayor biodiversidad del mundo”, afirma un informe reciente del Center for Strategic & International Studies, que vincula la destrucción de la industria petrolera venezolana con la degradación ambiental en el país.

En los años 70 Venezuela se convirtió en referencia internacional porque fue el primer país en tener un Ministerio de Ambiente. De allí que se le considerara un ejemplo regional en destinar buena parte de su territorio a establecer parques nacionales. Igual podría decirse de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que se le consideró paradigma en seguridad industrial y ambiental principalmente por la forma cómo atendía los derrames de crudo, al punto de que asesoraba en esta materia a otras empresas del área.

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En los años 90 era la empresa petrolera estatal más importante de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Su prestigio se basaba en su capacidad para explorar, producir y exportar tanto crudos livianos como pesados en gran cantidad, así como por su manejo gerencial, operacional y laboral.

De aquella otrora Pdvsa, que elevaba a Venezuela como uno de los grandes productores del mundo, no queda nada, según han manifestado varios expertos. Han asegurado que hoy la industria no solo es un actor empequeñecido en el mercado petrolero internacional debido a la debacle de su producción, a una infraestructura dañada por falta de mantenimiento y de recursos, sino que también enferma y contamina producto de sus casi inexistentes prácticas ambientalistas.

“El régimen de Maduro a menudo responsabiliza a las sanciones internacionales como la causa del declive, pero los problemas del sector petrolero de Venezuela tienen sus raíces en la cleptocracia, la incompetencia, la fuerza laboral mal gestionada y la corrupción que se remonta a la época de Chávez. Incluso, en un escenario de transición política, donde la flexibilización de las sanciones estaría sobre la mesa, no es realista suponer que la degradación ambiental en curso causada por el desmoronamiento del sector petrolero del país desaparecerá automáticamente”, advierte el informe.

De allí que el Center for Strategic & International Studies considere necesario que el tema de conservación y protección de la biodiversidad en Venezuela sea abordado en las negociaciones que tienen lugar entre la oposición y el régimen de Maduro en México. Esto previo a que se conociera que la representación de Nicolás Maduro no acudiría a la nueva ronda de diálogo que se realizaría el pasado domingo.

“La comunidad internacional puede hacer su parte al elevar la voz de los actores de la sociedad civil dentro de Venezuela y trabajar para resaltar el desprecio del régimen de Maduro por el medioambiente en el período previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático”, indica.  

Además, de acuerdo con el informe, “las graves consecuencias de la degradación ambiental de Venezuela se pueden sentir en todos los rincones del país” y pone como ejemplo las recientes imágenes satelitales del Lago de Maracaibo difundidas por la NASA. “Uno de las zonas con mayor diversidad ecológica debido a sus aguas salobres muestra el cuerpo de remolinos de agua con manchas de aceite”, señala.

“Una combinación de política, corrupción, incompetencia, negligencia y criminalidad bajo el régimen de Maduro ha acelerado la aguda crisis ambiental en Venezuela”, agrega el informe, y advierte que este pregona, “de los labios para afuera”, los ideales del «ecosocialismo» cuando en realidad durante su gestión se ha producido “una disminución significativa de los estándares ambientales”.

Para respaldar su planteamiento, utiliza varios ejemplos: en 2016 Pdvsa anunció que dejaría de informar sobre derrames de petróleo y ese mismo año Maduro anunció la creación del Arco Minero del Orinoco, un área expansiva en el sur del país que sirvió en gran medida como una fachada legal para la minería ilegal por parte de bandas criminales y grupos guerrilleros. “Dentro de la Amazonía las comunidades indígenas y los activistas ambientales luchan contra grupos de criminales bien armados que expanden la práctica de la minería ilegal”, sostiene el informe.

Añade que las Naciones Unidas ha denunciado la explotación y los abusos que se producen en el Arco Minero del Orinoco, al tiempo que organizaciones no gubernamentales (ONG) y organismos internacionales que se han pronunciado en contra de la práctica que allí se desarrolla han sido criticados por el régimen de Maduro, “que parece tener poco interés en ser responsabilizado por su malversación ecológica”.

Si bien la lista de desafíos ambientales que enfrenta Venezuela abarca desde la deforestación hasta la contaminación química y la caza furtiva, uno de los más importantes es el estado de deteriorado del sector petrolero del país, sostiene el Center for Strategic & International Studies. Agrega que el petroestado venezolano tiene una doble carga: depender del petróleo para casi 99% de sus ingresos por vía de las exportaciones y, al mismo tiempo, no poder hacer las reparaciones necesarias a la infraestructura petrolera y retener la mano de obra, debido a años de mala gestión, corrupción, y cleptocracia. 

“Entre 2010 y 2016, Pdvsa registró más de 46.000 derrames de petróleo, una cifra que probablemente aumentó desde que se detuvieron los informes oficiales en 2016. Venezuela también se encuentra entre los siete primeros países del mundo de la quema de gas, la combustión de gas natural y subproductos que liberan grandes cantidades de metano en la atmósfera. Estas tendencias problemáticas muestran pocos signos de disminución”, asevera.

Ante lo cual el informe hace referencia al anuncio realizado por el ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, de que incrementarán en más del doble la producción de petróleo para alcanzar 1,5 millones de barriles por día para fines de 2021. Sin embargo, aclara que los aumentos en la producción de crudo de Venezuela “han sido vacilantes e inconsistentes”, por lo que “cualquier incremento en la producción de petróleo bajo el régimen de Maduro, sin mejoras rápidas en la infraestructura solo significa más derrames, más quemaduras y un impacto aún mayor en el medio ambiente”.

El colapso de una potencia petrolera y el impacto ambiental

Actualmente, Venezuela posee aproximadamente 300 miles de millones de barriles de reservas probadas de petróleo, las más grandes del mundo. No obstante, su producción experimentó cambios drásticos durante la segunda mitad del siglo XX, “pasando de una producción récord a principios de la década de 1970, con más de 3,5 millones de barriles por día (bpd), a un precipitado declive a lo largo de los años ochenta y principios de los noventa, para volver a e los 3 millones de bpd a fines de la década de 1990, hasta la actual, con números insignificantes de alrededor de 500.000 bpd”, advierte el informe.

De ser una potencia petrolera y fundar en 1960, junto con otros socios, la Organización de Países Exportadores de Petróleo, hoy queda poco. Desde que El Aissami asiste a las reuniones ministeriales, este bloque mantiene a Venezuela al margen debido a su limitada producción, según fuentes del sector hidrocarburos.

Si bien las grietas en la industria petrolera de Venezuela ya eran visibles en la década de los noventa, de acuerdo con el informe, con Hugo Chávez se exacerbaron y menciona dos hechos clave. El despido de 18.000 empleados de Pdvsa, casi la mitad de la fuerza laboral total en ese momento, en 2002 y la expropiación de activos de ExxonMobil y ConocoPhillips, que operaban en la faja del Orinoco, en 2007.  

“La expropiación provocó una fuga de capitales extranjeros de Venezuela, dejando al país sin poder acceder a gran parte de su fuerte reservas de crudo de manera eficiente. Sin inversión directa, Venezuela encontró casi imposible actualizar su infraestructura petrolera, lo que llevó a ruinosos oleoductos y equipos peligrosos, que agravaron el impacto ambiental de la producción de petróleo en el país”, dice el informe.

Simultáneamente, Chávez construyó una serie de alianzas económicas con China, Rusia y Cuba. En el caso de los dos primeros países, Venezuela acumuló grandes deudas. El Center for Strategic & International Studies revela que ha sido receptora del 45% de todos los préstamos bancarios de China desde 2005; mientras que “la inversión rusa ha sido menor y está principalmente relacionada con el financiamiento militar, aunque la compañía petrolera Rosneft ha gastado más de mil millones de dólares en el desarrollo de yacimientos petrolíferos en Venezuela”.

Sin efectivo para pagar estas deudas, la administración de Chávez se vio obligada a sumergirse en las exportaciones de petróleo y aproximadamente un tercio de la producción de petróleo de Pdvsa en 2012 se envió a China como reembolso en especie, indica el informe. Las exportaciones de petróleo se diluyeron aún más por la asociación de Venezuela con Cuba, que en época pre COVID-19 recibió hasta 90.000 bpd de grandes descuentos.

Nicolás Maduro, quien subió al poder en 2013 tras la muerte de Chávez, continuó con gran parte de las políticas en materia petrolera de su antecesor. Y si bien continúa responsabilizando a las sanciones -en 2019 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a Pdvsa como entidad- de la crisis económica de Venezuela, el informe sostiene que “las semillas de la destrucción del sector petrolero de Venezuela fueron sembradas por Chávez y regadas por Maduro. Por lo tanto, la eliminación de las sanciones no resucitaría rápidamente una industria que ha estado luchando por mantenerse en pie durante años antes de la imposición de estas”.

Las consecuencias del desmoronamiento de la infraestructura petrolera venezolana son “variadas y severas”, señala en informe. “Esto incluye derrames costeros que han demostrado ser devastadores para la biodiversidad, así como rupturas de oleoductos y quema sin restricciones que producen grandes cantidades de gases nocivos que agravan aún más el medioambiente”.

Y para respaldar tal aseveración, en el informe se cita algunos casos como la explosión de la refinería de Amuay en 2012, donde murieron 50 personas y cientos resultaron heridas, al tiempo que una bola de fuego tóxica permaneció en el aire durante días. También está el derrame de 20.000 barriles que se originó en la refinería de El Palito el 24 de julio de 2020 y el cual se extendió hacia el Parque Nacional Morrocoy, un área ecológicamente rica que alberga manglares, arrecifes de coral y varias especies en peligro de extinción.

Mas recientemente, en junio de 2021, el contenido de un tanque de aceite en Punta Cardón, en el estado Falcón, se filtró por una grieta en su base. “En vez de repararlo, en su lugar se dejó que la base goteara su contenido, 3.6 millones de litros de gasolina en el transcurso de nueve días. La instalación no había sido revisada desde 2016, a pesar de una orden realizar el mantenimiento semestral”.

El silencio del régimen de Maduro y la renuencia de Pdvsa a compartir información sobre derrames de petróleo ha llevado a comunidades locales, organismos internacionales a informar sobre las cuestiones ambientales. Sin embargo, “sus gritos a menudo caen en oídos sordos, ya que el gobierno sigue sin querer o no puede arreglar los importantes riesgos ambientales de manera oportuna o efectiva. El régimen de Maduro a menudo impide que los científicos y expertos accedan a las áreas donde se han producido derrames y se niega a informar sobre los métodos de limpieza o si hubo un esfuerzo de limpieza”.

Aliados con dudosas prácticas ambientales vs empresas occidentales

En todos estos incidentes “hay un patrón inquietante”, sostiene el Center for Strategic & International Studies. Y es “el deseo del régimen venezolano de reabrir refinerías lo antes posible, lo que hace más probable que ocurran catástrofes futuros”. Esto ha llevado a Venezuela a fortalecer sus alianzas con China, Rusia e Irán, cuyas prácticas ambientales han sido cuestionadas por expertos en el área.

De esta manera, esos países avanzan en su influencia y van llenando el vacío que están dejando las multinacionales occidentales bien sea porque decidieron abandonar sus operaciones, o porque han visto restringidas sus actividades debido a las sanciones de Estados Unidos a la industria petrolera. De hecho, como lo señala el informe, aumentar la producción de petróleo venezolano no es solo el producto de política interna. “Venezuela es cada vez más un socio viable a los ojos de empresas como la Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC), que ha mostrado una disposición de regresar a Venezuela después de una potencial suavización de las sanciones de Estados Unidos”. 

También están las reuniones entre Rusia y Venezuela, donde se ha abordado el tema de formalizar nuevos acuerdos de cooperación y promoción de inversiones en el sector energético, según fuentes del sector. Su regreso, sin embargo, no garantizaría mejores prácticas ambientales. En el “Informe de Seguimiento sobre la Quema Global de Gas” del Banco Mundial, difundido a mediados de este año, en los primeros cinco puestos en volumen de “quema” de gas están Rusia, Irak, Irán, Estados Unidos y Argelia.

Por su parte, la organización Greenpeace ha denunciado que la industria petrolera rusa vierte 30 millones de barriles en tierra cada año y “el derramamiento se encubre con un manto de secretos y corrupción. Además, cada 18 meses más de 4 millones de barriles de crudo acaban en el fondo del océano Ártico, lo que lo convierte en un problema que implica y afecta al mundo entero”.

Si bien compañías occidentales también se han visto involucradas en accidentes petroleros, como fue el caso de British Petroleum que derramó 4,9 millones de barriles en el golfo de México, han procurado mejorar sus prácticas ambientales y encaminarse hacia la transición energética.

El American Petroleum Institute (API), principal organización que agrupa y representa a las empresas del petróleo y del gas de Estados Unidos, en marzo de este año anunció un cambio de postura tras un encuentro entre el gobierno de Joe Biden y las principales petroleras de ese país.

En un hecho inédito, API y sus miembros (entre los que figuran gigantes como ExxonMobil y Chevron) informaron que apoyarán una legislación nacional “que ponga precio a las emisiones de carbono en todos los sectores de la economía” para “atender los riesgos del cambio climático”.

El Instituto presenta esta y otras propuestas de cara a la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, a celebrarse en noviembre. “Enfrentar el desafío del cambio climático y construir un futuro con bajas emisiones de carbono requerirá una combinación de políticas gubernamentales, iniciativas de la industria e innovación continua”, señaló el presidente del API, Mike Sommers.

Recomendaciones a Estados Unidos

Además de realizar un exhaustivo análisis de la industria petrolera venezolana, Center for Strategic & International Studies incluye en su informe una serie de recomendaciones a Washington. Una de ellas es abogar por la creación de un ente regulador de Pdvsa.

Explica que un regulador en Venezuela, si cuenta con el apoyo adecuado, “podría actuar como una poderosa señal de la confiabilidad en el país” y establecer políticas con respecto a las asociaciones extranjeras, “especialmente en un escenario de transición política, en el que aumentar la producción de petróleo de Venezuela probablemente sea un objetivo explícito de la política estadounidense”. Agrega que ese ente regulador también podría ser una herramienta para mejorar la responsabilidad ambiental.

La otra recomendación es fomentar una mayor inversión privada en Venezuela e incentivar el regreso del talento de Pdvsa, también en el escenario de transición política. “Washington necesitaría animar activamente a las empresas privadas a prestar su experiencia y recursos para construir una economía venezolana más saludable, especialmente en la industria de hidrocarburos”.

A pesar de que la confianza en la capacidad de Pdvsa para cumplir con los contratos sigue siendo bajo, el interés de las principales compañías petroleras en Venezuela no se ha desvanecido, afirma el Center for Strategic & International Studies, y agrega que “si Estados Unidos no respalda la inversión del sector privado en Pdvsa, empresas petroleras estatales de China y Rusia están demasiado ansiosas por tomar el relevo, sin mostrar ningún interés en cuanto al impacto ambiental”.

Por lo tanto, en un escenario donde el régimen de sanciones es relajado, “la pregunta crítica no es si el sector petrolero de Venezuela recibirá inversiones externas, sino quiénes serán los socios dominantes de la nueva Pdvsa”, alerta el informe.

Al respecto, Francisco Monaldi, investigador de la Universidad Rice en Houston, ha sostenido que “la transición energética va a ocurrir y tendrá un impacto en la actividad petrolera, pero Venezuela para recuperar su economía necesita la palanca del sector de los hidrocarburos en las próximas dos o tres décadas y es el sector privado el que tiene que asumir el riesgo por la magnitud de los cambios mundiales que están ocurriendo”.

Indicó que las circunstancias que dieron origen a la “Pdvsa eficiente y que conocimos en el pasado, lamentablemente, son irrepetibles porque fueron parte de una transición muy bien pensada y organizada de un conjunto de empresas privadas a una estatal”.

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