En el este la vacunación es ordenada y fluye con menos contratiempo

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Este jueves 3 de junio se realizó un operativo de vacunación contra la COVID-19 en los espacios abiertos del estacionamiento del Millenium Mall, dirigido principalmente a los habitantes de la parroquia Leoncio Martínez del municipio Sucre que estuvieran inscritos en el sistema Patria.

Las personas comenzaron a llegar a partir de las 4:30 de la madrugada al lugar, pero el operativo comenzó después las 9:00 am, cuando llegó el personal de salud encargado de aplicar las inyecciones.

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Foto: Keissy Bracho

El mensaje de convocatoria llegó en la madrugada del miércoles, el mismo día en que se realizaría el operativo, pero las vacunas llegaron al sitio donde, justo al lado, opera una sede técnica de la Alcaldía de Sucre. Así que la jornada de vacunación se volvió a pautar para este jueves

“En el plan de inmunización contra la COVID-19, usted ha sido seleccionado para colocarle la vacuna dentro del grupo de Adultos Mayores”, decía el primer mensaje de texto enviado desde el contacto de Patria. Un segundo mensaje explicaba las coordenadas: “Para colocar vacuna debe asistir al LOCAL ADAPTADO EN CENTRO COMERCIAL MILLENIUM el día 02/06/2021 entre 8AM a 11 AM” y agregaba el número de cédula del beneficiario.

Foto: Keissy Bracho

El mensaje de convocatoria llegó en la madrugada del miércoles, el mismo día en que se realizaría el operativo, pero las vacunas llegaron al sitio donde, justo al lado, opera una sede técnica de la Alcaldía de Sucre. Así que la jornada de vacunación se volvió a pautar para este jueves

“En el plan de inmunización contra la COVID-19, usted ha sido seleccionado para colocarle la vacuna dentro del grupo de Adultos Mayores”, decía el primer mensaje de texto enviado desde el contacto de Patria. Un segundo mensaje explicaba las coordenadas: “Para colocar vacuna debe asistir al LOCAL ADAPTADO EN CENTRO COMERCIAL MILLENIUM el día 02/06/2021 entre 8AM a 11 AM” y agregaba el número de cédula del beneficiario.

Al principio todo parecía estar ordenado, hasta cierta hora de la mañana cuando el hambre, sueño, cansancio y los que intentaban colearse comenzaron a caldear los ánimos. En tanto, uno de los dos guardias nacionales que custodiaban el operativo informó, de manera extraoficial, que “llegaron 3.000 dosis y el operativo se acabará cuando se acaben las vacunas”.

La encargada de la jornada, quien se identificó como funcionaria de la Alcaldía de Sucre, pero no quiso revelar su nombre, en principio se mostró bastante receptiva a hasta que se percató que conversaba con una periodista. “Te voy a agradecer que no grabes acá adentro, porque luego me van a llamar la atención. Tampoco vayas a sacar nada de lo que te dije, porque van a decir que soy una chismosa”, dijo.

Sin embargo, ya había comentado que, de acuerdo con la información que tenía su celular, donde tiene instalada la aplicación de QR del sistema Patria, “hay 900 personas convocadas para venir a vacunarse hoy”. Esto también lo dijo a modo de excusa, cuando una mujer le reclamó que estaba acompañando a su papá de 80 años de edad y el señor se encontraba de pie, ubicado cerca de la fuente de la Plaza Miranda, frente al sitio donde se estaba realizando el operativo.

Para quienes no conocen la plaza, en sector donde el señor de 80 años estaba ubicado, no tiene bancos para sentarse y mucho menos toldos o palmeras para resguardarse del sol. “Esto no sirve. Ahí está mi papá, cómo van a poner a esta gente a hacer esta fila así. Yo me vacuné ayer como personal de salud en la Alcaldía de Baruta y eso fue un orden impecable. Le daban un número a la persona. Nosotros llegamos aquí a las 8 de la mañana, pero esto no avanza y allá adelante eso es un desorden”, protestó la joven.

¡No pasarán!

Pese a que el operativo estuvo bastante más ordenado en comparación con el Hotel Alba Caracas o lo que se observó en la Gobernación de Maracay, las quejas y los problemas no se hicieron esperar.

El proceso se estaba desarrollando con calma, pero con cierta tensión porque los que aún no lograban superar la zona “preferencial” como le llamaban, que era donde estaban dispuestas unas 100 sillas para quienes estaban más cerca de recibir la inmunización, se quejaban. “No es posible que solo haya dos enfermeros vacunando”, dijo un hombre. “Mientras hay otro poco de gente ahí rascándose la cabeza. Deberían distribuir los cartoncitos y que cada quien vaya llenando el suyo”, respondió su acompañante.

Mientras esta discusión se daba, a golpe 11:30 de la mañana un par de milicianos, los mismos que antes habían pasado persona por persona preguntando si les había llegado el mensaje de Patria, cercó con cintas amarillas de peligro el área “preferencial”.

“Es que la gente se está coleando mucho, que bueno que lo hicieron”, dijo un hombre quien estaba detrás de tres personas para pasar al área con sillas. En ese momento, el miliciano discutía con una mujer que le reclama que no la dejaba pasar. “Señora, usted no va ahí. Yo llevo toda la mañana caminando por la cola y es la primera vez que la veo”, le dijo; palabras que fueron aplaudidas por los presentes.

También en ese interín, en la zona delantera se desarrolló otra pequeña disputa entre los que aguardaban por su vacuna y los funcionarios de la Policía de Sucre, quienes habían pasado a unos cuatro adultos mayores que no estaban en la fila.

Al reclamo de los asistentes los enfermeros salieron en defensa de los uniformados: “Señores, estas personas son pacientes oncológicas. Lo único que les pedimos es un poco de solidaridad, todos se van a vacunar, pero ellos no pueden esperar como ustedes”.

Como si no hubiese pasado suficiente en esa misma media hora, llegó Gabriela Chacón, esposa del alcalde José Vicente Rangel Ávalos, rodeada de asistentes, fotógrafos y escoltas, lo que alborotó el “avispero”. Desde la parte de atrás se escuchaban gritos: “No los dejen pasar”, “No vengan a echar a perder esto que va muy bien”, “Se están coleando”.

Los que se encontraban adelante reaccionaron de una forma más agresiva a sus intenciones de paralizar el operativo mientras se vacunaba el equipo que la acompañaba. Entre gritos e improperios hubo quienes dijeron: “Qué casualidad que justo cuando ella llega, los enfermeros cambian de guardia”.

“Enchufados también deben hacer su cola”, dijo un señor de canas y arrugas pronunciadas. “Si yo me levanté temprano, ellos también pueden, por mí ¡No pasarán!”, aseguró.

Vista la negativa, Chacón desistió. Dio la orden a su equipo de que se retirara, al tiempo que pasó por los puestos señalando y diciendo: “Ese de allá está muy joven para ser vacunado. Esta ni adulta mayor parece, aquí la gente ni agradece ni es solidaria”.

Al detalle

Las dosis inmunológicas estaban siendo aplicadas por edades. Antes de colocar la inyección, uno de los enfermeros preguntaba la edad y preparaba la dosis. Si la persona tenía de 19 a 55 años, debía colocarse la china (Sinopharm) y si superaba los 55 años de edad, le correspondía la rusa (Sputnik).

Clara, una mujer de 58 años de edad, mostró preocupación ya que, de acuerdo con esta disposición debía ser vacunada con la Sputnik. Sin embargo, contó que tenía planificado un viaje para España a mediados del mes próximo y, supuestamente, le habían dicho que esa dosis no estaba autorizada en el viejo continente. La mujer se movió, suplicó y le rogó a todos los enfermeros y efectivos de seguridad que se encontraban en el sitio, hasta que al momento de su salida iba celebrando porque había logrado el cometido.

“Ay el brazo se me va a caer, pero me pusieron la china. Estoy feliz porque ya me puedo ir a España”, señaló. A lo que su compañera de fila se mofó: “Si eres exagerada, a mí también me pusieron la china y yo ni sentí el pinchazo´. Mira a Andrea que le pusieron la rusa y tampoco está llorando. Eso ni se siente”.

Francesca, una señora de unos 60 años, hizo la cola “desde las siete de la mañana porque vine a acompañar a mi vecina”. Cuando se le preguntó por qué se levantó del puesto justo antes de pasar a recibir la inyección, respondió: “Es que a mí no me llegó el mensaje, yo la vine a acompañar. Tampoco me quiero vacunar, yo solo quiero ver lo que le va a pasar a la gente después de vacunarse”.

Juana, después de escuchar este testimonio, rompió en carcajada: “¿Tú estás viendo? Esa gente no está usando ni guantes ni nada, y se vienen a poner las batas después que me vacunaron a mí, ‘nojombre’. Yo ni sentí el pinchazo espero que, de verdad, me hayan puesto la vacuna”.

Pese a que a primera hora de la mañana un miliciano se acercó a las personas preguntando si habían recibido el mensaje del sistema Patria y una persona de la alcaldía tomaba los datos de la persona en una carpeta, la sorpresa de todos fue que, al momento de recibir la vacuna, nadie preguntó por el mensaje ni pidió muestra del carnet ni apareció la lista que había sido elaborada horas antes.

¡Ponte pa’ la foto!

Aunque parezca chistoso, no lo es. La mayoría de las personas que pasaron a vacunarse entre las nueve de la mañana y la una de la tarde, periodo en el que estuve observando el operativo mientras acompañaba a mi mamá, se mostraban interesados en documentar el momento en el que la inyectadora traspasaba la piel de su brazo izquierdo.

En cualquiera de sus modalidades: selfie, foto asistida o video, el recuerdo del momento quedó sellado en el celular de muchos. “Esto es tan emocionante que necesito tomarme una foto, porque yo era de las que pensaba que no me iba a poder vacunar nunca mientras viviera en Venezuela”, dijo una señora de edad avanzada. Estaba tan contenta que no quiso siquiera recibir ayuda de su esposo para fotografiar el acto.

“Yo le dije que le tomaba la foto para los nietos y no quiso, que ella se iba a hacer un selfie. Como si ella supiera mucho de eso”, respondió él entre risas, claramente complacido con lo que estaba viviendo. “Mi hija que vive afuera nos pidió fotos, estamos todos muy emocionados en casa”, añadió.

No obstante, hubo quienes también se llevaron su regaño. A Daniel la enfermera lo reprendió porque al momento de aplicarle la inyección apretó más de lo debido su brazo izquierdo por está posando para la cámara. Mientras, la enfermera en jefe hacía un anuncio ante la presencia de una persona bajo supuestos efectos del alcohol etílico: “Recuerden que no pueden beber alcohol hasta después 72 horas de haberse vacunado”.

Lo cierto es que, pese a la espera, el desorden y los regaños, en la cola se hacen pequeñas nuevas amistades que prometen reencontrarse luego 21 días, que es cuando les toca la segunda dosis. También se felicitan y bendicen cuando escuchan al enfermero decir: “Está listo, nos vemos el mes que viene”.

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Keissy Bracho
Keissy Bracho
Licenciada en Comunicación Social, mención Periodismo Audiovisual Especializada en Comunicación Política, Opinión Pública, Marketing Político, Gestión de Políticas Públicas. Aprendiendo de Género

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