Un doctor de muñecas devuelve recuerdos en Buenos Aires

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En un pequeño, pero mágico, local de Buenos Aires, unas 400 muñecas antiguas se agolpan entre decenas de extremidades, ojos y melenas que pertenecieron a otras algún día. Allí, el doctor Julio Roldán se encarga de restaurarlas y devolver a sus dueños los recuerdos, la ilusión y el cariño que simbolizan.

Con una cabeza de plástico en la mano y una bata que todavía luce un borroso «Dr. Roldán» escrito a rotulador tres décadas atrás, recibe, siempre sonriente, a todo aquel que necesite una «cura» o, simplemente, saber más acerca del original oficio al que se dedica desde hace medio siglo.

Roldán trabaja en un pequeño escritorio, que, cuando hace buen tiempo, saca al patio para poder «operar» bajo la luz del sol a sus pacientes, todos ellos diferentes entre sí porque, como bien dice su médico, en todo el taller «no hay dos iguales».