El drama de la gasolina: “Lloré en la vía de regreso a casa”

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    La escasez de gasolina durante la cuarentena ha agudizado las preocupaciones y problemas de los venezolanos. Largas e interminables colas son las que se reflejan en las distintas estaciones de servicio del país. Solo 20 litros de combustible para los vehículos y cinco para las motos, con o sin salvoconducto, es la orden.

    Trabajadores de la salud, personal del aseo urbano, empleados de medios de comunicación, supermercados y farmacia, no escapan del drama de la escasez de combustible que, en principio. se suponía solo podría afectar al venezolano común que no tenía acceso a un salvoconducto.

    Esta es la realidad de Adriana Sotolongo, una venezolana dedicada a la compra, venta y distribución de frutas, verduras y hortalizas en Los Teques, en un puesto itinerante con su camioneta. Debido a la escasez de gasolina ha visto mermado no solo su negocio familiar, sino también las esperanzas de un mejor futuro dentro del país.

    “Hice mi cola desde el martes a las 7:00 am hasta el jueves a las 5:00 pm y lo único que me colocaron en la camioneta fueron 20 litros de gasolina y, por supuesto, me dio indignación. Lloré en la vía de regreso para la casa”, contó la Sotolongo, quien necesita gasolina para poder trasladarse de un lugar a otro para surtir su camioneta con los productos que luego vende en varias zonas de Los Teques.

    “20 litros no es nada. Con eso es imposible que tú puedas ser comerciante, necesites distribuir mercancía. A parte de eso, yo ayudo a mi comunidad con esto y me quedé con las manos atadas. Me ha afectado muchísimo por el tiempo que duro haciendo las colas en las bombas de gasolina, que he durado tres noches y tres días. Tenía 20 días sin trabajar porque no tenía gasolina”.

    Narró que, a pesar de los esfuerzos, le ha tocado devolverse con el tanque seco. “Hubo un momento de esos que hice la cola y no me echaron gasolina. Fui y cuando llegó el momento no me despacharon gasolina, me tuve que regresar y parar la camioneta hasta el próximo jueves. Son 15 días para poder cargar. Dentro de estos dos meses eso ha sido catastrófico”.

    Situación humillante

    A quien no le ha tocado pasar más de 24 horas dentro de su vehículo o dormir en la intemperie en una cola para poder “tanquea”’, verbo que se ha popularizado en la cuarentena, desconoce lo humillante que puede ser exponerse a esta situación. La necesidad los obliga a resignarse y quedarse en la cola hasta logar el objetivo: echar gasolina.

    “Me tardo mucho haciendo cola. A parte, uno sufre mucho porque no tienes a donde ir a un baño, porque no puedes ir al baño. O sea, haces todo dentro de la camioneta o del vehículo. Duermes, comes, cuando mucho hacer pipí dentro de la camioneta. Nos dan 20 litros de gasolina, eso no alcanza. No me da, de regreso me quedo en el sector donde vivo y no puedo comprar mercancía”, dijo.

    Explicó que le ha tocado recortar sus traslados, llegar a acuerdos con los proveedores, que también son víctimas de la escasez de combustible: “Ahora llego a un punto específico que no sea tan lejos para pedir la mercancía. Me la despachan o si es posible que el proveedor me la traiga hasta aquí, porque no tienen cómo despachar. Tengo que ir a los sitios a buscarla y eso implica gasto de gasolina. La tenemos como medidita para caso especiales o emergencias, que gracias a Dios no han sucedido”.

    Cuando no logró surtir combustible y le tocó pasar más de medio mes sin trabajar, también le tocó comprar los víveres para consumo doméstico en supermercados y abastos del sector y constató que los precios eran mucho más altos. “Cuando no tengo me toca bajar a comprarles a ellos y los tienen hasta cuatro veces más caros de lo que yo lo vendo”.

    “Los mangos, hace 2 meses que empezó esto, la cesta costaba 350.000 y ahorita cuesta entre 900.000 a 1.100.000 y he vendido mangos tres veces. O sea, que no he vendido mango consecutivamente, porque los clientes empezaron a comprar el mango en 30, 40, 55 y vamos para arriba y así muchas cosas”.

    Sotolongo se siente desesperanzada ante la situación por la que atraviesa Venezuela, y confiesa que prefiere mentirle a su hija, quien se encuentra fuera del país, en lugar de contarle cómo se encuentra realmente. “Cada vez que ella me llama, ella sabe cómo está esto, pero yo le digo que todo está bien nada más para que no se mortifique, pero imposible decirle a ella que se venga, no”.

    “Ojalá que cambiara todo esto para mejor, pero nunca, nunca es para mejor. Siempre es lo mismo o siempre es peor, es peor y peor y siempre estamos peor. No sé ni qué decirte”, señaló.

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