Recientemente, se ha hecho popular la decisión de algunas personas de hablar abiertamente sobre su necesidad de recibir terapia. Pero, más allá de eso, también se está haciendo común que algunas admitan que han comenzado a experimentar sentimientos hacia sus terapeutas.
La psicóloga especialista en adultos y jóvenes, Francisca Villarroel, explicó que “todos nos podemos sentir atraídos por nuestros terapeutas, porque en el espacio de una terapia somos acogidos sin juicio y por eso, proyectamos en la persona del terapeuta aquellas necesidades no satisfechas en otros ámbitos de nuestras vidas”.
Dijo que a esto se le llama “transferencia” y es cuando el terapeuta refleja aquellas cosas que necesitamos resolver y se genera un vínculo, es decir, cuando la persona transfiere en el otro esas necesidades no resueltas.
La especialista Solange Krause sostiene que esta “relación” ocurre algunas veces y de manera muy sutil. En esas situaciones solo con el adecuado manejo por parte del profesional la atracción debería tender a desaparecer, Sin embargo, esto dependerá de las características propias del paciente.
“Si tiene una percepción de sí mismo deteriorada, se siente vulnerable por algún quiebre sentimental, presenta dificultad en relacionarse con otros o carga con experiencias pasadas negativas, el paciente puede confundir la empatía y aceptación incondicional de quien lo trata y se sienta atraído por él o la terapeuta”, agregó Krause.
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