Escasez de gasolina impide “abrazo” en familia en Navidad y Año Nuevo

- Publicidad -

Navidad, tiempo para el reencuentro, gratos recuerdos y ese abrazo en familia tan esperado. Este año pareciera que esa premisa no será satisfecha en muchos hogares venezolanos, cuando no solo el COVID-19 ha impuesto trabas que impiden que se realice la reunión familiar. 

Leonor y Freddy Martínez están distanciados por unos 172 kilómetros, a escasas dos horas y media uno del otro, pero la escasez de gasolina, además de los peligros en la carretera y problemas con algunos repuestos automotrices, hacen pensar a este par de hermanos lo peor. Ven dudosa la posibilidad de recibir la Navidad y el Año Nuevo juntos. 

- Publicidad -

«El carro en el cual él debe venir a Caracas es el mío. En febrero, a mi carro se le reventó la cadena de los tiempos y yo lo mandé en grúa a Valencia porque yo no sé nada de carros y no tengo pareja que me ayude con eso», cuenta Leonor. «Nunca me he ocupado de eso, mi hermano siempre me ha hecho ese favor, pero él siempre ha vivido en Valencia». 

Explicó que durante los 10 meses que el vehículo ha estado en manos de su hermano, en el estado Carabobo, le ha servido a Freddy para movilizarse internamente. «Él ha hecho lo posible por rodarlo y ponerle gasolina para que no se dañe. Él instala cercos eléctricos, vendió su camioneta porque estuvo un tiempo en Perú y creía que al regresar podría reponer su vehículo para trabajar y no lo ha podido hacer. No tener carro ni gasolina le ha impedido un montón de cosas, movilizarse dentro de Valencia ha sido un desafío, tanto que han pasado 10 meses». 

Leonor insistió en que ha preferido que su hermano se haga responsable del carro. «Lo he necesitado muy poco, cosas puntuales para lo que puedo pagar un taxi o alguien que me venga a buscar. Así que yo he preferido que lo tenga allá, pero me dice que cuesta muchísimo surtir de gasolina en Valencia. No solo es muy cara, sino que si no quieres hacer la cola te cobran 20 dólares, más los otros 20 que cuesta la gasolina. Quizás hemos sido un poco cobardes porque también en la carretera se corren grandes riesgos, porque la Guardia Nacional te matraquea». 

Añadió que donde reside Freddy suele tener mala señal telefónica: «Solo me puedo comunicar con él en las mañanas, porque hay muchos problemas de Internet y con la señal telefónica». Y fue precisamente por esta dificultad para comunicarse con los demás que Freddy solo pudo expresar su situación a través de un mensaje de voz de WhatsApp que le hizo llegar a su hermana, la mañana de este viernes. 

«Cómo es posible que una persona no pueda visitar a su familia, a su amigos y seres queridos aún teniendo un vehículo propio porque para echar gasolina la policía o la Guardia Nacional te cobra 20 dólares en la bomba, más lo que le vas a echar de combustible al carro, que también es en dólares», denunció Freddy. 

«Qué persona trabajadora humilde, como yo, puede visitar a sus seres queridos cuando está aquí en Venezuela. Nadie se da cuenta de la matraca. Ya uno ni a la familia la puede visitar porque hay que tener, por lo menos, más de 100 dólares para ir y venir de Caracas a Valencia, y con este salario que gana uno… Es que el gobierno no se dará cuenta que su gran slogan de ‘familia’ no existe, nadie puede visitar a sus familiares por la matraca de los cuerpos policiales. Es algo impresionante cómo acabaron hasta con la familia», añadió Freddy. 

Así como Freddy y Leonor, muchas son las familias que este 24 y 31 de diciembre no podrán disfrutar del “abrazo” en Navidad y Fin de Año. Jorge dice con nostalgia: «Quisiera ir a mi Carúpano querido a pasarla allá, pero es prácticamente imposible con este problema de la gasolina». 

Nacido y criado en el pueblito paradisiaco del estado Sucre, aunque desde que comenzó la universidad ha vivido en Caracas, las festividades decembrinas eran la ocasión perfecta para volver a su terruño. Sin embargo, en esta oportunidad no será así. 

«He conversado con amigos de Carúpano y todos coincidimos en lo mismo, este año nos quedamos atrapados en Caracas. Sin gasolina, agarrar carretera para allá es un peligro, sin contar que la vía está destruida. Si llega uno a quedarse varado por ahí, puede ser peor la cosa porque capaz que ni cuentas el año que viene», dijo. 

Sandra, una maracucha, rajada también se suma a la larga lista de los «atrapados en Caracas», como también señaló Jorge. «Yo todos los años voy para la bajada de la Chinita, me regreso y luego me vuelvo a ir para Año Nuevo. Antes, cuando mi hija era una niña, nos íbamos desde las fiestas de la Chinita. Solía pedir vacaciones en el trabajo y me quedaba en mi tierra un mes y medio. Este año no será así», dijo, 

Aseguró que la nostalgia será su mayor compañera en estas fechas: «No tengo nada que celebrar. Mi hija se fue del país, buscando un mejor futuro. Nunca me casé y siempre viví sola con ella. Pensaba ir a pasar las fechas con mi mamá y mis hermanos, pero con esta situación es imposible. Los cauchos de mi carro están lisos, es un peligro agarrar carretera así. Pero aún suponiendo que le compro los cauchos nuevos, cómo hago con la gasolina».  

«No solo es un dineral comprar un par de bidones y llenarlos, es un riesgo mortal viajar con eso en el carro, además estña la matraca. Y ni hablar de que me vaya a la buena de Dios buscando gasolina en la carretera. Por un momento pensé en irme en avión, pero no hay bolsillo que aguante un pasaje aéreo Caracas-Maracaibo en 80 o 100 dólares. Me compraré un pan de jamón, unas cervezas, haré facetime con mi hija, porque en Maracaibo nunca hay luz ni internet y me acostaré a dormir a las 12:01», agregó Sandra. 

Patricia es otra venezolana que vio frustradas sus tradiciones navideñas por la escasez de combustible, la pandemia y los altos costos de los pasajes. «Yo todos los años recibo el Año Nuevo a la orilla de playa El Agua, en Margarita, este año no será así. Me da mucha tristeza porque quería llevar a mi chamo a ver a sus abuelos, que por la pandemia no se han podido ver desde el 5 de enero de este año que regresamos a Caracas». 

Indicó que ha sido un año difícil para su familia. «Mi esposo y yo nos separamos. A veces digo que la cuarentena nos divorció, Gabriel solo tiene cuatro añitos y no entiende mucho de lo que pasa con nosotros como pareja. Yo necesitaba volver a mis tradiciones, al abrazo de mi mamá y mi papá, pero entre la pandemia, el impedimento de los vuelos aéreos, el problema de la gasolina y lo dudoso que está subirse a un ferry en estos tiempos, nos tocará pasar estas fechas él y yo solos en casa. Este año nos ha tratado bastante mal a muchos. Lo mínimo que nos merecíamos era poder abrazarnos en Año Nuevo y sentir que todo sería mejor, pero no será así», finalizó Patricia. 

No olvide ver nuestros reportajes en: www.hispanopost.com

- Publicidad -

Más del autor

Artículos relacionados

Lo más reciente

Persiste negativa de Pdvsa de dar trato igualitario en el precio del combustible a aerolíneas extranjeras

Una de las quejas que persiste en el negocio de la aviación comercial venezolana es la discriminación existe en la venta de combustible, por...

Eduardo Fernández: «No se podrá reconstruir al país sin un gran acuerdo nacional»

Saludó la propuesta que hizo el presidente de Colombia, Gustavo Petro junto al presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva sobre un plebiscito.

Los derechos laborales no son un lujo

A pesar de que Nicolás Maduro se hace llamar "presidente obrero", los trabajadores nunca habían enfrentado tantas penurias como en la actualidad. Con salarios...

¿Quieres recibir las notas de mayor interés en tu email?

Comparte con nosotros tu email y te haremos llegar las noticias de mayor relevancia directo a tu correo