Murió Ruperta, el símbolo de la desnutrición animal en Venezuela

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La madrugada de este martes, 12 de junio, murió en el Zoológico de Caricuao la elefante Ruperta, símbolo de la crisis y la desnutrición animal en Venezuela. En julio de 2016 HispanoPost reseñó el estado de desnutrición que presentaba y distintos medios nacionales e internacionales alertaron la situación que llevó a la muerte al animal.

Ruperta fue un elefante de oigen africano conocido como Loxodonta africana. Era considerada una de las principales atracciones del Zoológico de Caricuao, ubicado al suroeste de Caracas. Su nombre repercutió a mediados de 2017 en las redes sociales- no por su impactante belleza de otrora- sino por el estado de abandono en el que se encuentra.

Tenía 47 años de edad y al menos cuatro décadas en el lugar. Durante el mes de junio pasado sufrió una caída debido al cuadro de deshidratación y desnutrición que  presenta, según vecinos de la popular parroquia. Niños y adultos sienten especial sentimiento por este paquidermo, y la posibilidad de que muera por falta de alimentos-como ya ocurrió con otros animales- genera pánico entre los asiduos visitantes.

Ruperta tendría que pesar entre 6 y 7 toneladas, pero estaba en 4 toneladas. Debió tener una dieta balanceada, pero en los últimos días solo habría comido lechosa y auyama relataron algunos testigos.

En el zoológico hay tres cavas, pero solo una está operativa. Allí se guardan los alimentos que provienen de donativos realizados por los mercados municipales de Coche y Quinta Crespo. La mitad de lo recibido se destina para otro reservorio: el Generalísimo Francisco de Miranda, conocido como Parque del Este.

El gobierno venezolano salió al paso a las acusaciones de los proteccionistas de animales y afirmó, por medio de un comunicado, que en el lugar del accidente “se le tomó muestra de sangre y además se le suministro tratamiento a base de vitaminas y minerales e hidratación oral y por vía intravenoso”.

Entre dimes y diretes la realidad es inocultable: la salud de Ruperta se deteriora en el mismo lugar que la vio llegar cuando apenas tenía 6 años. En la memoria de los caraqueños quedan sus fotos como un ejemplar sano y feliz.