Peluqueras y barberos prestan servicio a domicilio para mantener a flote el negocio

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La crisis económica del país, agravada con la pandemia de la COVID-19, representa un retroceso para los establecimientos de barberías y peluquerías.

Esto ha llevado a esos comerciantes a idear fórmulas para sacar a flote la actividad, aseguraron fuentes del sector que solicitaron guardar sus nombres en reserva.

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En los últimos tiempos, algunos dueños de estos negocios en Caracas se han visto obligados a cerrar ante la pérdida de clientela, la cual destina sus ingresos fundamentalmente a la compra de alimentos y otros rubros de primera necesidad.

«Con la pandemia cerré el negocio. No tenía casi clientes para mantener los gastos del local, los servicios y los impuestos municipales cada vez más costosos», contó una peluquera en Candelaria. Su estrategia ha sido atender a las damas en su casa o trasladarse a la residencia de quienes se lo solicitan.

Una estilista, dueña de un pequeño estableciniento en San Bernardino, narró que combina la actividad. «En la semana de cuarentena flexible atiendo en el negocio y en la radical en mi casa o yendo a los apartamentos de donde me llaman previamente por teléfono». Explicó que en el caso de mayor trabajo como el tinte prefiere hacerlo en el local, dejando los cortes de cabello para las visitas a domicilio.

El costo del servicio puede estar entre 5 y 30 dólares, dependiendo de si el corte va acompañado de lavado y secado del cabello. Cuando se trata de tinte el precio es mayor y depende de si los estilistas ponen el tinte o lo aporta el cliente.

Una manicurista refirió que trabaja en un salón de belleza en un centro comercial del este caraqueño; sin embargo, en la semana radical atiende en su hogar o a domicilio. «A las clientes les gusta mucho el combo de arreglo de manos y pies a 5 dólares», expresó.

Otra modalidad de supervivencia de los comerciantes es alquilar las sillas especiales del oficio que tienen dentro del negocio. «Eso ayuda a cubrir los gastos del local, además me ahorro contratar un personal que no puedo pagar», sostuvo el dueño de una barbería en el centro de Caracas.

Un joven de 21 años de edad -cursante de octavo semestre ingeniería en una universidad privada- destacó que desde 2017 hace de barbero para ayudarse económicamente. «Compré la maquina para afeitarme yo mismo. Luego, los vecinos jóvenes me empezaron a contratar para que les cortara el pelo», recordó.

Refirió que con la pandemia se corrió la voz en su edificio de que cortaba el cabello y ahora atiende a niños, adultos y abuelitos, incluso en otras residencias de los alrededores. Pero primero estan los estudios, indicó el joven emprendedor, por lo que presta el servicio a tiempo parcial y cobrando lo mismo que en los locales de la calle: 3 dólares por corte.

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