Desde su casa en La Unión, en El Hatillo, Carlos Blank crea cremas untables y marquesas de chocolate durante meses de pandemia. Todas son veganas y empezó a hacerlas para compartir los alimentos que en principio preparaba para él, además de querer romper con el prejuicio de que esta comida no puede ser deliciosa. Hoy Vegablank, su emprendimiento, ha vendido alrededor de 500 productos y tiene una alianza con Ávila Veggie, servicio de comida vegetariano perteneciente a Ávila Burger.
“El proyecto arrancó de una forma muy orgánica y artesanal. El inicio fue en mi hogar y el plan es establecernos en un espacio físico con una producción a mayor escala, pero por ahora seguimos en un modo casero”, dice Blank.
“Y así como adopté este tipo de alimentación por considerarla mejor para mi cuerpo y bienestar, comparto el mismo principio con el entorno. De nada sirve sentirnos bien cuando nuestro alrededor se degrada. Por eso, a pesar de ser considerablemente más costoso, decidí utilizar el vidrio en cada producto, ya que es un material que se puede reciclar, o también reutilizar para almacenar cosas del hogar”.
Al ser un producto a base de plantas, disminuye el consumo animal de las personas. Y al ser envasado en vidrio utiliza un material reciclable en su totalidad, lo que no ocurre con el plástico
El merey como protagonista de los untables veganos
El camino por llegar a esta iniciativa comenzó hace seis años cuando Blank adoptó la alimentación con base en plantas, aunque fue en 2018 cuando lo hizo de manera completa. “Eliminé lo último que consumía de origen animal que eran los huevos y quesos, los cuales considero lo más difícil de dejar. En esa etapa comencé a experimentar recetas con el maravilloso fruto seco que es el merey e intentando hacer queso vegano di con el untable. Al ver que fue un éxito entre mi familia y amigos decidí que ese sería mi primer producto a ofrecer”, cuenta.
Ese mismo año había surgido en Carlos Blank el querer tener un negocio a pequeña escala que estuviera enfocado en la venta de alimentos saludables. “Lo plasmé en un papel luego de una crisis emocional que atravesaba. Recuerdo que abrí una página al azar de un libro de autoayuda y salió un ejercicio de escribir las vivencias del pasado y fijar un rumbo. Fue en ese papel, que aún conservo en mi billetera, donde escribí que quería crear este emprendimiento”.
De este día hasta el nacimiento oficial de Vegablank “pasó bastante tiempo, pero fue un plazo de introspección, de analizar lo que quería hacer y experimentar posibles recetas”, expresa Blank . En febrero de 2020 inició una campaña de intriga por redes sociales para mostrar el proyecto. Sin embargo, ante la pandemia que no tardó en llegar a Venezuela el lanzamiento se atrasó. “Pasaron meses y al ver otras iniciativas nacer en plena cuarentena, decidí ponerme las pilas y a finales de agosto salió al público”, explica.
En la actualidad, “manejamos cuatro sabores del untable y una marquesa de chocolate llamada la marquesana, además de trabajar en nuevas ideas dulces y saladas”, indica. “Y aunque muchas personas tienen el prejuicio de que la alimentación vegana es aburrida y monótona, en realidad es todo lo contrario. Se presta para abrir la imaginación, improvisar y crear sabores nuevos que no conocías. Inclusive también es posible imitar ciertos sabores de alimentos de procedencia animal y en efecto salen cosas deliciosas”.
El plan a futuro
Carlos Blank, quien es egresado en Administración de Empresas de la Universidad Metropolitana, tiene la visión de abrir un espacio físico gastronómico en el que se disfruten los productos basados en plantas. Lugar que tenga la capacidad de producción para distribuirlos además permitir el desarrollo de otras actividades.
“Me gustaría lograr una fusión con el yoga, disciplina que enseño, y un espacio de lectura y relajación. Una especie de tres en uno donde se pueda hacer ejercicio, sentarse a relajarse tomándose un café o un té y tener snacks y comidas saludables”, describe. En esta meta no deja de lado la importancia que tiene para él el cuidado del planeta. Señala que recibirá los envases para ser reutilizados y otorgar beneficios económicos a los clientes.
Antes de emprender con Vegablank, Carlos Blank trabajó en grandes corporaciones como Cervecería Polar y también en pequeñas como una marca de trajes de baño. “Estando allí fue cuando más me invadió el pensamiento de crear algo propio”, dice.
Dio el paso y explica que en estos momentos forma parte de todas las tareas de Vegablank. “He tenido apoyo económico de mi familia y también administrativo por parte de mi hermano. Cuento con la ayuda de mi novia y básicamente realizamos todo, desde el proceso de elaboración y distribución hasta el manejo de redes”, afirma.