Uno de los años más difíciles para la vida en las oficinas fue 2020. La gran mayoría de los países ordenaron el cierre de estos espacios de trabajo por la pandemia de la COVID-19. Y lo experimentado en ese entonces y aún hoy no ha sido fácil.
Al principio porque las empresas de todo el mundo se vieron obligadas a realizar un ‘experimento’ de grandes dimensiones: enviar al personal a trabajar desde la casa, para lo cual no estaban preparadas y muy pocas realmente se hubieran atrevido a probarlo por su propia voluntad. Y ahora por la diatriba que existe en cuanto a qué modelo laboral debe prevalecer. ¿Virtual, presencial o híbrido? Las compañías aún buscan la respuesta.
Por un lado, están los empleados para quienes, según The Economist en su artículo “The fight over the hybrid future of work”, publicado en noviembre del año pasado, “el gran experimento del teletrabajo ha ido bastante bien” y, en promedio, informan “niveles más altos de satisfacción y felicidad”.
La publicación hace referencia a una encuesta realizada por tres economistas -José Maria Barrero, Nick Bloom y Steven Davis- que revela que los consultados aseguran que les gustaría trabajar desde casa casi 50% del tiempo, frente a 5% antes de la pandemia, y el resto en la oficina.
“Pero el comportamiento real de las personas sugiere que su verdadera preferencia es pasar aún más tiempo en pijama. ¿De qué otra manera explicar por qué, incluso en lugares donde la amenaza de COVID-19 es baja, las oficinas están llenas solo en un tercio?”, señala The Economist.
Cierta o no esa apreciación, del lado de las empresas y sus gerentes hay cierta resistencia a continuar con el teletrabajo a tiempo completo porque consideran que es nocivo para la productividad y la cultura corporativa. De acuerdo con la citada encuesta, “las compañías esperan que alrededor de una cuarta parte de todas las horas de trabajo se realicen desde casa en un mundo postcovid, aproximadamente la mitad de lo que quieren los trabajadores”.
En medio de esos dos extremos hay un punto intermedio y es que existe mayor consenso sobre los beneficios de un modelo híbrido. La investigación reseñada por el medio inglés sugiere que una combinación de trabajo en el hogar y la oficina puede ser el mejor arreglo para la productividad. “Permite una división más eficiente del trabajo entre el ‘trabajo profundo’ (el tipo que requiere mucha concentración, que se puede hacer mejor en casa) y el trabajo colaborativo (mejor hecho con colegas, en persona, en la oficina). Reservar algunas tardes para bebidas en persona o días libres también ayuda a mantener la cultura de la empresa”, indica.
Sin embargo, hay un elemento que no deben perder de vista las compañías y es lo que evidencia un informe reciente del McKinsey Global Institute, publicado en la página web la consultora estratégica global. Advierte que -contrario a las expectativas de muchas compañías- el futuro laboral traerá, entre otras cosas, más trabajo remoto y un despliegue continuo de la automatización y la inteligencia artificial.
Teniendo eso en mente, el trabajo híbrido tendrá grandes efectos y uno de ellos son las habilidades que se requerirán de los líderes y trabajadores para lograr los mejores resultados. Esto es que sean buenos en el uso de herramientas digitales y la razón es que las empresas y el propio trabajo se volverán cada vez más digitales.
Así que, si el trabajo híbrido es el modelo laboral del futuro, las compañías y su personal deberían estar preparándose desde ya para ello. No hay tiempo que perder.