Una fosa clandestina reveló este miércoles los restos que presuntamente pertenecieron a un militante contra la dictadura de Alfredo Stroessner que desapareció en 1960, un resultado más en la búsqueda de desaparecidos a la que está abocado Rogelio Goiburú, titular de la Dirección de Memoria Histórica y Reparación.
Los huesos, deteriorados por el paso del tiempo y la acidez de la tierra, se encontraban enterrados entre pasturas de ganado en el asentamiento 7 de diciembre, más de 300 kilómetros al sureste de Asunción, donde desde el lunes trabaja el equipo de Goiburú.
Las exhumaciones en ese lugar se llevaron a cabo tras las informaciones de los vecinos del asentamiento, quienes avisaron a Goiburú que junto a sus casas existía una tumba con restos de personas desconocidas.
Los lugareños habían señalizado esos puntos con cruces de madera, una costumbre que, según Goiburú, es frecuente en Paraguay, donde las tumbas sin identificar se convierten en lugares sagrados. Así, la gente acude a rezar y prender velas en homenaje a los caídos, creyendo incluso que en la zona se producen milagros.
Esta semana, el equipo de Goiburú regresó al lugar y, tras dos días de excavaciones bajo las cruces, halló un fémur y los huesos del brazo y antebrazo (húmero, cúbito y radio) de una persona sin identificar. Por la posición en la que se encuentran los huesos, Goiburú descartó que se trate de un enterramiento de alguien que falleció de muerte natural y fue inhumado a continuación, e infirió que se trata de una persona posiblemente asesinada, cuyos restos fueron arrojados a la fosa.
La hipótesis coincide con testimonios de los vecinos, que afirman que, durante la dictadura, el terreno era propiedad de un militar colaborador del general Patricio Colmán, conocido represor durante el régimen stronista. Los vecinos apuntan a que en la finca estuvieron presos hacia 1960 varios militantes del Movimiento 14 de mayo, un grupo de jóvenes guerrilleros opositores a Stroessner.
