The Anderson: nostalgia, cócteles y contracultura de un bar de los años 80

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    Paladear un cóctel inspirado con música de los años 80 de fondo, una atmósfera de tenues rojos que rueda sobre las paredes y la oscuridad, los detalles decorativos de un ‘lounge bar’ neoyorquino con piano… Miami esconde bajo su piel un local recién abierto que reivindica la nostalgia contracultural de esa época: The Anderson.

    The Anderson anida semioculto en el distrito MiMo (estilo Miami Modern), encajado y camuflado tras un seto de espesa vegetación tropical que lo rodea y refuerza la impresión de que llegamos a un club privado, clandestino.

    Una puerta de madera roja y estrecha con llamador de hierro te recibe y aviva aún más el deseo de saber, como en la canción que popularizaron los Llopis, «qué habrá tras esa puerta roja». Sobre ella, un neón retro con destellos también rojos que dice: «New York Style Piano Bar».

    La vista pronto se acostumbra a la penumbra que nos empuja por un estrecho pasillo hacia la barra central, donde ofician un par de ‘bartenders’ que manejan la alquimia de la coctelería con arte exigente y precisión.

    The Anderson es la «cueva» predilecta de todos aquellos que quieren sumergirse en la música disco y el pop caliente de los años 80, con mucho David Bowie y Grace Jones, con un interior y detalles decorativos que evocan esa década: magnetófonos en las paredes, bolas de cristal de pista de baile, una gramola, máquinas recreativas de la época, toda un regreso al futuro divertido e informal.

    «The Anderson es único, recupera la esencia de un pub de los años 80 muy divertido, multicultural, con buena comida, increíbles cócteles y, al mismo tiempo, una gran servicio al cliente», me dice Luis Morales, gerente de este bar que abrió sus puertas hace escasos meses tras la remodelación integral del local antiguo, el histórico Magnum Lounge.

    Ahora, la preciada licencia de licores, la más antigua de la Ciudad Mágica, ha pasado a manos de sus nuevos propietarios: Elad Zvi y Gabriel Orta, los creadores de otro pub, The Broken Shaker, situado entre los 50 mejores del mundo por los expertos de esta industria.

    Este espacio de estética que homenajea los años 80 tiene su eje, sin duda, en la creativa y desenfadada coctelería que ofrece. Lo primero que llama la atención es el sinnúmero de frasquitos con esencias, destilados, maceraciones, aromatizadores y de marcas de bebidas alcohólicas de primera calidad que forman en la barra como una tropa brillante y disciplinada a las órdenes del «barman».

    Iba a escribir la palabra «pruebo», pero en realidad lo que hago es apurar tres cócteles deliciosos que me transportan de inmediato al rito de la confidencialidad. El primero, el potente Mr. Anderson, uno de los más solicitados, elaborado a base de whisky de centeno, mezcal, cynar y una infusión de aromático cardamomo con vermú italiano.

    Despejadas las telarañas de la garganta, la «bartender» me propone paladear otra especialidad: el Death By Stereo, una filigrana etílica a base de tequila Olmeca Altos, chile ancho, sirope de epazote, especias y jugo de lima. Suena en ese momento «Down Under», del grupo de rock australiano Men at Work, y es fácil comenzar a creer que en este íntimo pub se puede estar quieto… y andando a la vez.

    «¡Es la energía de los 80, la atmósfera de los 80, divertida y viva, con muy buena música para bailar y beber estos cócteles superdivertidos!», exclama entusiasmado Morales, y me explica que todos estas combinaciones llevan la firma del mixólogo Joshua Alperstein, artífice de la carta de cócteles de los dos pubs propiedad de Zvi y Orta.

    Morales me incita a caer en la tentación de un tercer cóctel, el denominado «I’m too old for this shit» («Soy demasiado viejo para esta mierda»), al que doy asalto sin detenerme en búsquedas proustianas sobre el tiempo perdido y los naufragios de la edad.

    Hecho a base, de ginebra, especias, vino espumoso Cocchi Americano Rosado, clavo y zumo de pomelo, «I’m too old…» resulta una ráfaga en vena que disipa cansancios y perezas.

    Pero no es solo extraordinaria su coctelería funky, The Anderson propone además un menú con sabrosos tentempiés y raciones muy cuidadas, de toque creativo, a cargo de los chefs Alex Chang y Orseiz Pérez. Todo un lujo y algo poco usual en un pub.

    Los nachos caseros con patatas fritas y queso ($8), las ‘crêpes’ al estilo coreano de verduras con col rizada y salsa kimchi ($10) o los burritos con crema de chile poblano y salsa macha ($10) son excelentes opciones para deleitarse que bien valen por sí mismas una visita al local, que también ofrece hamburguesas, perritos calientes y sandwiches a precios muy contenidos.

    Bulle en The Anderson el ambiente más ‘trendy’ de Miami, decorado por el interiorista Jourdan Binder, fundador de la firma de diseño gráfico, publicidad y redes sociales Workshop Collective, quien ha infundido en este local de penumbras y diversión todo el espíritu de los años 80.

    Pero aún falta un divertido e inesperado detalle, el diseño del menú en formato y estética de fanzine, con fotos de artistas y grupos de aquello años y lleno de guiños al mundo subcultural de entonces.

    Con The Anderson entramos en un mundo ilustrado y nostálgico de los años 80, colmado de sabores y aromas de coctekería que enganchan al primer sorbo, la sensación de estar en un sitio moderno, pero retro, informal pero con estilo, con clase.