La crisis humanitaria en Venezuela alcanza “niveles nunca vistos”: debe ser enfrentada ya

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El miércoles pasado, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) publicaron en la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) una actualización sobre el número de venezolanos que han migrado. Aunque señalaban que esta población superaba los 6 millones, la cifra fue corregida hoy jueves. Sin embargo, según expertos, la cifra sigue siendo desproporcionada y es reflejo de la severa crisis humanitaria en Venezuela.

“Acaban de corregir la cifra dada ayer de 6 millones de venezolanos migrantes y refugiados, volviendo a la antigua cifra de 5,7 millones”, informó el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello en su cuenta de Twitter. Agregó que el cambio estuvo en el número de venezolanos en Colombia, aunque no pudo obtener el motivo de esa discrepancia.

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No obstante, para la experta en migración, política y asuntos internacionales, Nastassja Rojas Silva, “pese a la corrección de los datos, de la plataforma, hablamos de que casi el 20% de la población está fuera del país”. Su cálculo se basó en gráficos del Instituto Nacional de Estadística venezolano del censo de 2011.

Desde junio, el representante especial conjunto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones, Eduardo Stein, advierte que es probable que para finales de 2021 Venezuela sobrepase las cifras de migración de Siria. Según la página de Acnur, hasta marzo de este año los refugiados sirios superaban los 6,6 millones de personas

“Actualmente, Venezuela constituye la segunda crisis de refugiados del mundo. Sin embargo, las proyecciones indican que a principios del año 2022 la cifra de venezolanos fuera de nuestras fronteras puede superar los 7 millones, lo cual significaría sobrepasar la crisis siria”, señaló Miguel Pizarro, comisionado para la Organización de las Naciones Unidas por el gobierno interino de Juan Guaidó.

Agregó que esta crisis migratoria “no es producto de un conflicto armado, ni civil, como es el caso del país en Oriente Medio. Estamos próximos a ser el mayor desplazamiento de personas por las acciones tomadas desde el régimen: la Emergencia Humanitaria Compleja y la violación sistemática de derechos humanos”.

Ante el constante aumento de la migración venezolana, Pizarro dijo a HispanoPost que las Américas “no están preparadas para la magnitud del desplazamiento que tenemos hoy”. Explicó que los principales factores son dos: “El primero es que la región nunca había vivido un éxodo de este tamaño y el segundo es que las economías de los países que la conforman están en desarrollo y no en las mejores condiciones, sino en desigualdad y grandes problemas de pobreza con muchas personas fuera del sistema de salud, del educativo e incluso sin vivienda. Por ello, considero que el efecto que ha tenido nuestra diáspora sobre los sistemas de estas naciones fue una sobrecarga para la cual no estaban preparadas”.

Lejos de acabar, el incremento del éxodo continuará porque, según Pizarro, “la ausencia de solución al conflicto político, la falta de oportunidades económicas y el aumento de la emergencia humanitaria están estrechamente relacionados al efecto que tienen en la migración”.

La segunda crisis migratoria del mundo

Hace una semana, la directora de Cáritas de Venezuela, Janeth Márquez, expresó en un artículo de opinión para el Diario Las Américas que la magnitud del éxodo venezolano “lo ha tornado en la segunda crisis migratoria del mundo, alcanzando niveles nunca vistos en nuestro hemisferio. Y si bien aplaudimos con humildad y gratitud el compromiso adquirido por 30 países a mediados de junio para aportar más de mil millones de dólares para atenderlo, la brecha es todavía demasiado grande”.

Márquez destacó que el Plan de Respuesta Humanitaria de la Organización de Naciones Unidas para 2019 y 2020, “no había recibido más que el 30% del financiamiento solicitado. Y a modo de comparación, la recaudación per cápita para los refugiados de Siria fue 10 veces mayor que para los venezolanos —$3,150 por refugiado sirio, en comparación con los $265 por migrante venezolano, basado en cifras del 2020–”.

En su artículo también afirmó que “esas cifras representan solamente a los migrantes venezolanos y no a los millones que se quedan en el país, atrapados entre la espada y la pared por la pandemia. O se quedan en casa, pasando hambre, o se arriesgan a contraer el virus, saliendo a la calle para tratar de poner comida en la mesa. Desafortunadamente, en la Venezuela actual, la opción de quedarse en casa no existe”.

El 8 de septiembre, en un conversatorio de la OIM el coordinador regional de la plataforma R4V, Tim Howe, dijo que el plan de respuesta de este año había logrado asistir a más de 2 millones de venezolanos fuera de su país hasta julio de 2021. “Para este año hemos recibido en R4V un total de 417 millones de dólares para apoyar a los migrantes y refugiados venezolanos. Además, estuvimos presentes en la conferencia de donantes con Canadá para sumar ingresos, y trabajamos de la mano con mecanismos regionales”, indicó.

El 17 de junio Canadá organizó la Conferencia Internacional de Donantes en Solidaridad con los Refugiados y Migrantes Venezolanos que sumó alrededor de 954 millones de dólares de los 1.440 que se tenían como meta. A finales de ese mes, Stein aseguró que entre 1.600 y 2.000 venezolanos abandonan a diario el país para huir de la crisis. Una cifra que se registra en aumento a pesar de la pandemia.

La razón por la que los venezolanos salen de su país es la misma causa por la que sufren los que se quedan: la crisis humanitaria. Janeth Márquez indicó que en el Monitoreo Centinela de la Desnutrición Aguda y la Seguridad Alimentaria Familiar de abril-junio de 2021, “la desnutrición aguda grave entre los niños más pequeños fue de 12,9%, lo cual es consistente con los umbrales de crisis de salud pública en el ámbito nutricional, y se mantiene por encima de los niveles registrados antes de la pandemia por COVID-19”.

Además, la directora de Cáritas sostuvo que “más de la mitad de la desnutrición aguda hallada se registra en niños menores de 2 años, es decir, no solo los pone en alto riesgo de morir, sino que resta en ellos su única y más valiosa oportunidad de crecimiento. Y hemos encontrado que el 51% de las mujeres embarazadas viene con déficit nutricional agudo y no ha recibido un control prenatal adecuado”.

Por estos motivos las organizaciones no gubernamentales piden apoyo externo. “Hacemos un llamado a la comunidad internacional, al sector privado y a los bancos de desarrollo para que nos ayuden a ayudar, equiparando la escala del financiamiento con la escala de la tragedia humanitaria. Además, que este apoyo incluya a todos los venezolanos, los migrantes y los que todavía están en el país, porque desamparar a quienes sufren dentro de Venezuela, simplemente agrava la crisis migratoria”, dijo Márquez.

Asistencia inmediata y proyectada a largo plazo

Desde hace meses las ONG han sido claras en que la ayuda no debe ser una asistencia a corto plazo, sino proyectada a largo plazo, tomando en cuenta que más de 5,6 millones de venezolano han abandonado el país desde el año 2015, para convertirse en una de las mayores crisis de desplazamiento y el segundo más crítico en el mundo. A ello está ligada la dificultad de poder brindarles ayuda y atención a los migrantes en los países de acogida.

“Todos los días las necesidades de los venezolanos crecen. Sin embargo, esta crisis creciente sigue teniendo una grave falta de fondos, con solo una fracción de los recursos dedicados a otros de escala similar. Aunque Estados Unidos se ha convertido en el mayor donante de la crisis, aún se requieren fondos adicionales y mayores de la comunidad internacional para brindar soluciones a largo plazo”, dijo en junio la directora de país del Comité Internacional de Rescate para la Respuesta a la Crisis de Venezuela, Marianne Menjivar.

Sin embargo, dada la urgencia, expertos sostienen que esta crisis sanitaria debe ser enfrentada de manera separada y no necesariamente como parte de una negociación política. El 11 de agosto, Jason Marczak, director del Centro Adrienne Arsht para Latin America Center del Atlantic Council, puso una nueva carta sobre la mesa.

 En el foro “Explorando los mecanismos humanitarios para Venezuela: Aprendiendo del fracaso del programa de la ONU en Irak”, se refirió al diálogo que tendría lugar entre miembros de la oposición y representantes de Nicolás Maduro en México y que comenzaría el 13 de agosto. “Mientras se inician estas negociaciones sobre el futuro político y electoral de Venezuela es importante considerar simultáneamente las vías para ampliar y hacer más efectiva la ayuda humanitaria”, afirmó en ese entonces.

Este lunes, en un comunicado conjunto, luego de la segunda ronda de negociaciones celebrada entre el 3 y el 6 de septiembre, la Plataforma Unitaria de la oposición y la delegación del régimen de Maduro informaron que se lograron dos preacuerdos, uno de ellos referido a la protección social del pueblo venezolano. Acordaron “establecer mecanismos de restauración y consecución de los recursos para atender las necesidades sociales de la población, con especial énfasis en los efectos de la pandemia por COVID-19, incluyendo aquellos provenientes de organismos multilaterales a los que tenga derecho la República».

En tanto, la directora de Cáritas resalta el apremio con que se debe atender la crisis humanitaria venezolana. “Es necesario trabajar en una respuesta integral a la crisis humanitaria, tomando en cuenta la situación particular del país. Una crisis de naturaleza compleja y prolongada, que cursa con un desgaste masivo de los medios de sustento de la población y que demanda, no solo asistencia en el corto plazo, sino además una estrategia de protección social y de resiliencia proyectada a largo plazo”.

Reconoció las iniciativas transatlánticas que se están creando para dar respuesta a la crisis humanitaria venezolana y advirtió que, de no lograr prontas soluciones, “las consecuencias serán nefastas y las secuelas de la pandemia nos pasarán la factura por generaciones. No solo a Venezuela, sino también a nuestros países vecinos y al mundo entero”.

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