«Aquí nadie duerme, estamos en vigilia y lo que sentimos es miedo», dice habitante de Las Tejerías

Las Tejerías es una herida. Una más. Esta localidad, ubicada en el estado Aragua, a tan solo 67 kilómetros de la capital del país, Caracas, ha sido destruida. Y el sábado 8 de octubre será una fecha que quizás la mayoría de sus habitantes, calculados en 54.392 personas, no olvidarán.

Ese día, desde las 4:30 de la tarde, empezó a llover. A las 5:00 pm arreció y ya a las 6:00 pm el agua, que venía bajando poco a poco por una quebrada cercana, Los Patos, se convirtió en volcán, como lo recuerda el sobreviviente Félix Carrasquel.

«A las 6:30 pm se veía un volcán de agua y allí fue cuando arremetió contra todas las casas. Se llevó todo, todo. Eso es un desastre. El agua pasaba 10,15 metros para arriba», contó.

El desbordamiento inicial de cinco afluentes cercanos de agua, que incluyen al río Tuy, se transformó en deslave y hasta el día de hoy ha dejado un saldo oficial de 50 personas fallecidas, 56 desaparecidas y 775 viviendas afectadas severamente. De estas, 123 están en zonas de riesgo y 317 fueron totalmente destruidas.

De la capital del municipio Santos Michelena, considerada la tercera zona industrial pér capita del país, con cría de ganado porcino, clima idóneo para el cultivo de la caña de azúcar y que albergaba, además, industrias como Mack de Venezuela, Galletera Puig, Concrecasa, La Montserratina y la ensambladora de vehículos Chery; hoy solo queda el rastro de la muerte que la atravesó.

La desgracia, que llegó al punto de ser calificada por el gobierno de catástrofe natural e hizo que decretaran tres días de duelo nacional como expresión de apoyo a las familias que perdieron parte de sus miembros, es la de mayor magnitud de este siglo, luego del deslave de Vargas que dejó 10.000 muertos en el año 1999.

José Pereira, presidente del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inameh), explicó que en la zona se registraron 108 litros de agua por metro cuadrado. Esto equivale a decir que durante las seis horas de lluvia que hubo ese sábado cayó un mes de precipitaciones. Y hay todavía más, porque esta cantidad pudo haber llegado a 150 o 200 litros por metro cuadrado en los sectores montañosos.

El coronel, que acostumbra a emitir los reportes meteorológicos a los medios de comunicación, dijo que la vaguada que afectó a Las Tejerías es una consecuencia del huracán Julia, que atravesó Centroamérica y dejó vientos sobre el caribe venezolano.

Esos vientos conformaron un nuevo paisaje. En el valle urbanizado, rodeado de montañas verdes y brillantes matas de plátano; ahora hay una especie de revoltillo que muestra montañas anaranjadas de barro mezclado con árboles que fueron arrasados desde sus raíces, ramas, colchones, lavadoras, zapatos, cabillas de hierro, carros, gandolas viejas, y las innumerables ilusiones que el río se llevó.

Ese que todavía suena, ese que todavía sigue atravesando al pueblo, atravesando la herida, recordando la muerte y su paso. Ese que no deja dormir a sus pobladores, como lo confiesa Rosa García.

«Si ustedes observan las casas, quedaron en pie, pero estamos en alto riesgo. A los adultos mayores los trasladamos a otro lugar más alto. Aquí solo estamos los niños y jóvenes. Aquí nadie duerme, estamos en vigilia hasta las 3:00 de la mañana, y si llovizna nos reunimos en la sala de mi casa. Lo que sentimos es temor. Los niños no duermen; y miedo, miedo».

El lunes 10 de octubre el presidente Nicolás Maduro recorrió Las Tejerías, y desde allí dijo que este lugar renacerá por completo. “Vamos a recuperar todos los comercios y casas”, prometió, luego de visitar el sitio rodeado de otros funcionarios gubernamentales y de un cordón de militares.

Es una ciudad tomada. Hay más de 3.200 funcionarios trabajando por su recuperación, la mayoría de ellos de las Fuerzas Armadas. Los medios oficiales aseguran que los trabajos han avanzado y que la electricidad, por ejemplo, fue recuperada en 95%; así como el despeje de las vías.

Los medios de comunicación no oficiales han denunciado que se les ha interferido en su desempeño y muchas veces impedido el acceso al sitio. Así como también algunas personas, sobre todo por la red social Twitter, han señalado que se impide la entrega de donativos de modo directo. Dicen que algunos militares les han cobrado para poder permitirles entregar donativos.

Amarilis Caraballo, que vive en Las Tejerías, comentó que hay lugares a donde no pueden llegar los vehículos, por eso la propia comunidad organizada lleva la ayuda en carretillas. Ella insiste en recordar, a quien la pueda escuchar, que los afectados necesitan agua. Reitera que hace mucha falta, y que no se cohíban de llevar así sea un poco de ayuda: «Ningún aporte es pequeño».

Video: Raymar Velásquez