Los rechazan por su género e identidad sexual

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Escribir sobre la comunidad “trans” es complicado, en especial en una sociedad conservadora que trata el tema como tabú. El desconocimiento, la desinformación y la intolerancia hacen que las personas trans engrosen la lista de discriminados, no solo en Venezuela sino en el mundo. 

Al hablar de la comunidad trans, suelen asaltar las dudas sobre expresión e identidad de género, orientación sexual y las diferencias entre: transexual, transgénero o trasvesti.

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Al nacer sus padres le llamaron María Fernanda, pero, al crecer, nunca se sintió afín con ese nombre ni con su condición femenina. “Las personas trans queremos empatía”, dijo al comienzo de la entrevista. “Yo crecí siendo un niño que nunca nadie vio, que intentaba crecer feliz como el resto de los niños que me rodeaban, porque en mí siempre he sido Fernando”.

Durante la construcción de la serie Los discriminados, escrita para HispanoPost, coincidí con la historia de Fernando Ojeda, un venezolano trans radicado en Chile que, desde la defensa de sus derechos, escribió una carta abierta a los Estados de Venezuela y Chile exigiendo que se cree conciencia. “Cambiar el contexto por el que pasamos muchas personas trans”, dice el texto.

Fernando aseguró que hablar de su infancia es reconocer el desconocimiento colectivo: “Para el resto era quien veían, una niña”. Cuando se habla de identidad de género se refiere a la identificación que posee o no la persona con el género que se le asignó al nacer.

A diferencia de la expresión de género, la identidad no es visible para los demás, ya que la expresión de género está vinculada con manifestaciones externas como: nombres, pronombres, vestimentas o cortes de cabello. Para Fernando su infancia tuvo “muchos tropiezos porque precisamente había muchas reglas para ser el niño que siempre fui”.

Niño rosa – niña azul

A través de los años, las sociedades han construido ciertos cánones para la crianza de los infantes, asignándoles colores, prácticas y comportamientos según su sexo, que no es más que la apariencia anatómica del individuo y que muchas veces se confunde con el género. La ONG LGBTIQ+ en su cuenta en Instagram @todomejora, explica: “Hay muchos más sexos que solo hombre y mujer, al igual que también hay muchos más géneros que solo masculino y femenino”.

Fernando recuerda que desde siempre le encantó “jugar pelota en la cancha de al lado. “Rompía la ropa de niña que me regalaban con amor, pero que yo odiaba”, señala. Visto por su familia como una niña, él soñaba con “cumpleaños de personajes geniales, pero que nunca vi en mi pastel”. “Siempre he sido niño, ahora por fin como hombre puedo decirlo. Nunca es tarde”, afirma

Sobre su experiencia en el colegio cuenta: “Creo que fue la primera vez que me di cuenta que el mundo no me entendía, cuando una profesora me sacó de la fila de niños porque no ‘pertenecía ahí´”.

Recuerda que vivió momentos de bullying: “Mucha de esa burlesca comedia venezolana, pero también tuve profes geniales, amigos de futbol y caimaneras de chapita. Tuve una profe de Biología que siempre lo entendió. Estudié siempre en colegios católicos, fui formado en esa religión, y aún me considero creyente, pero el colegio no lo volvería a repetir”.

Desde HispanoPost, a través de Los discriminados hemos hecho un llamado a la conciencia y la tolerancia. Ser distinto o diferente, como decía el sociólogo Trino Márquez, “no es una enfermedad”, ni tampoco una razón para ser timado.

Incomprendido y discriminado por la mayoría de su entorno, Fernando decidió migrar: “Donde por fin lo entendí fue en Venezuela, cuando emprendí mi búsqueda de información para iniciar mi proceso, que debe hacerse desde tu propio camino. Conseguí una circular de salud que regía en ese entonces aquí en Chile y se sumó a la lista de motivos para migrar. Después de abandonar el aeropuerto de Maiquetía, he vivido la felicidad de ser yo mismo”.

¿Cómo me presento ante el mundo?

El pasado 9 de junio, al salir de su trabajo, las autoridades chilenas solicitaron los papeles de identidad de Fernando como parte de los procesos de fiscalización por la cuarentena. El problema es que su documentación responde al nombre y la identidad de María Fernanda, lo que le hizo pasar por un mal rato y lo alentó a escribir la carta abierta a los Estados, mencionada anteriormente.

“Cuando tengo que buscar trabajo no sé ni cómo hacer el currículum para mi contrato y papeles, a veces me impiden acceder a esos empleos”, indica. Cuenta algunas anécdotas que ha enfrentado: “Una vez tuve un episodio en un baño de hombres, que pudo ser más violento, me pidieron que saliera del baño porque no era de ahí. Una vez, acá en Chile, haciendo un trámite público me preguntaron si en Venezuela todos los hombres tenían nombre de mujer”.

Reitera que ha vivido varios momentos de segregación, pero nunca tan “terribles como las de otras vidas trans que son asesinadas, golpeadas y vulneradas a diario solo por ser (trans)”. “Un hombre no dejaría de serlo porque perdiera su pene o una mujer no deja de serlo porque no tenga senos o útero. El género es mucho más amplio”, sostiene.

“En la carta quise dar a entender que me vi obligado a decir un nombre que no es el mío para poder liberarme de aquel momento, pero no he dejado de ser yo mismo. No uso ropa de mujer y, aunque la usara, nunca dejaré de ser yo mismo. La identidad es intrínseca”, añade.

Fernando, quien atentó contra su vida en dos oportunidades por ser diferente y no ser aceptado, hoy vive a plenitud su sexualidad. Abre espacios para la comunicación y el aprendizaje, construyendo nuevas comunidades desde la base de la tolerancia y el conocimiento. Está casado con una mujer venezolana, relación que se formó en su país natal.

Para Yuli, su esposa, la vida al lado de Fernando, a pesar de las críticas y señalamientos “es completamente normal desde cualquier punto de vista”. “Para mí siempre ha sido Fer, siempre ha sido él, desde un principio lo veía como un hombre. Yo lo he acompañado siempre porque soy su apoyo y quería ver qué estoy transitando con él, tengo que seguir aprendiendo”.

“Nosotros simplemente queremos vivir, siendo nosotros mismos. Aunque a veces te canses de luchar contra el odio de la gente, sí es posible vivir y ser feliz. Por eso, es necesario que quienes, como yo, nacen en una sociedad con cánones tan estrictos sobre géneros, tengamos los mismos derechos sin discriminación. Los genitales solo son una característica sexual”, concluye Fernando.

No olvide ver nuestros reportajes en: www.hispanopost.com 

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