Venezuela de la resiliencia al cambio

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La resiliencia es un concepto dentro de la psicología que nos ayuda a sobrellevar circunstancias extremas. Es tal vez una cualidad o una estrategia que viene acompañada con el optimismo, que es una actitud que muchas veces se puede confundir con un desconocimiento de la situación como se presenta. Una persona que permanece optimista ante la adversidad tiene más chance de superarla que aquel que la confronta con pesimismo o negatividad.

Durante años hablamos en Venezuela de la resiliencia de los venezolanos imbuidos en nuestra profunda crisis política económica con efectos desbastadores sociales.

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Buscamos maneras de resistir o soportar un ambiente realmente complejo y desalentador que terminó propiciando una masiva migración que se inició primeramente con la clase media que tomó un avión para irse, y a esta le siguieron millones de venezolanos empobrecidos que simplemente se montaron un morral al hombro y salieron caminando por nuestras fronteras. 

Las razones de esta monumental crisis socio económica están más que claras y debatidas, la inseguridad personal, desabastecimientos, pérdida del poder adquisitivo traídos por los graves desajustes macroeconómicos que nos llevaron a la hiperinflación, una grave enfermedad sistémica que ya Latinoamérica y el mundo había dejado atrás en el siglo XX, pero que lamentablemente le llegó a Venezuela en el siglo XXI.

El concepto de economía de Estado que ha vivido Venezuela desde hace ya más de 100 años, es decir, el Estado controla los precios, las empresas de servicios y las estratégicas, como son las dedicadas explotación y exportación de petróleo, gas, hierro, aluminio, terminó creando una economía amorfa, extremadamente ineficiente que solo incentivaba a las importaciones y a la fuga de capitales, nos llevó a despilfarrar nuevamente los inmensos recursos del país.

Los controles de precios, en especial el del tipo de cambio, ha sido un error histórico que todos los gobiernos han repetido en Venezuela a excepción de brevísimos momentos históricos.

En el año 2019 el sistema eléctrico colapso, estuvimos en toda Venezuela prácticamente a oscuras por casi un mes. Un ejemplo de lo mal que estábamos, siendo un país con las mayores reservas de energía no renovables del mundo, un absurdo sin sentido y una clara señal de colapso económico.

Obviando con toda intensión toda referencia a los temas políticos, 2019 marcó en ese colapso un punto de inflexión y por primera vez en nuestra historia económica, se aprobó un nuevo sistema cambiario, donde la tasa del tipo de cambio la arbitran los bancos privados del país y es publicada el promedio por el Banco Central.

Es decir, se despenalizó el uso del dólar y se liberó el cambio, generando un sistema multimoneda donde se podía realizar transacciones en dólares, bolívares y criptos y por primera vez en nuestra historia. Este cambio lo determina las transacciones del sector privado y no la asignación del BCV.

La liberación del cambio además vino con una relajación de la política de controles de precios y algo más, realmente inédito, se ajustó el precio de la gasolina y ahora el diésel a niveles internacionales. Hoy vemos como en una bomba de gasolina se paga a precio internacional en billetes en dólares. ¿Quién lo hubiera creído?

En Venezuela ocurrió un cambio de paradigma económico, entramos en un paulatino proceso de liberación económica y de ortodoxia en el manejo de los temas monetarios y fiscales.

En Venezuela pasamos entonces de la resiliencia al cambio.

Este cambio viene acompañado o tal vez viene de la mano de una nueva generación que está entre los 18 y 40 años, que ve ahora una oportunidad para emprender, para hacer negocios o nuevas empresas, las “upcoming” que serán las grandes del futuro.

Esa nueva generación que no le interesa la política le aburre que le hablen de esta, lo que quiere es poner a trabajar sus ideas, muchas de ellas enmarcadas dentro de esos cambios tecnológicos que capta el interés del consumidor en el mundo global.

La nueva generación venezolana está no solo aquí, sino en todo el mundo, está trayendo las nuevas tendencias del mundo aprovechando que todo está por hacer.

Llego así Ridery el Uber venezolano, Pedidos Ya, que es un consorcio global, pero dirigidos por venezolanos en Latinoamérica, Yummy, Livery, Venemergencias, Wawa, entre otros muchos.

Nuevos medios de pago que empezaron por Übi, le siguieron Bancamiga, BNC y la banca en general le siguió.

Hoy se entra al estacionamiento con una aplicación PagoDirecto, sin tener que bajar el vidrio del carro, y pronto llegan las cámaras de reconocimiento de placas.

Nuevas tiendas y conceptos, cafés y restaurantes con una calidad nunca vista, a nivel mundial. El crecimiento realmente es impresionante en tan solo 3 años y en plena pandemia las expectativas del crecimiento en el comercio y el consumo son realmente motivadoras para todos estos jóvenes que quieren comerse al mundo.

Esta nueva generación está transformando a Venezuela desde abajo hacia arriba, interactúa con la diáspora buscando ideas y capital.

Muchos venezolanos han recuperado la autoestima y orgullo nacional y hablan de su país con afecto. Se ha vuelto común para un joven venezolano pensar venir a vacacionar aquí y sentir esa nueva vibra que ve en las redes sociales de sus amigos.

Los jóvenes quieren hablar de temas nuevos y modernos y ven el pasado como eso, el pasado, les interesa el presente y en este presente quieren construir su futuro.

Los desafíos sin dudas están ahí, las sanciones afectan las iniciativas, hace muy difícil explicar las oportunidades, hay prejuicios y estigmas, y el desprestigio de Venezuela es una carga pesada para quienes queremos promover a este país.

Pero a esta generación no la va a detener estos retos, su deseo de cambio y de superación son una fuerza mayor a la de resiliencia, el cambio es un principio universal indetenible y en mi opinión para nosotros la generación anterior nuestro reto es saber cambiar, y no quedarnos en la nostalgia del pasado que nos ancla muchas veces.

Las oportunidades de Venezuela son inmensas para quien la está buscando, sobre todo, si tiene ganas y ganas de acompañar a esta nueva generación de venezolanos.

Así está Venezuela, con la llanura generosa al frente del corral, con un verde entre lo chamuscado porque germina y brilla con el sol del amanecer que trae en la brisa el olor de café recio que llama a despertar temprano para empezar la faena, con esa llanura que se pierde en el horizonte de su majestuosidad.

Presidente del Fondo de Valores Inmobiliarios

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