“Los precios acordados no se pueden determinar con los amigos»

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Desde que Nicolás Maduro decretó la emergencia nacional por la pandemia del COVID-19, en el país se han tomado decisiones en el ámbito económico y una de ellas es la regulación de precios para 27 productos pertenecientes a la canasta alimentaria de los venezolanos. 

El gobierno, autodenominado socialista y revolucionario, viene aplicando controles de precios desde que Hugo Chávez estaba en el poder. Sin embargo, fue en 2017 cuando estas regulaciones trajeron como consecuencia una escasez severa de productos y la aparición de los “bachaqueros”, que compraban los alimentos a precios congelados y luego los vendían muy por encima de su valor. 

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Economistas como Asdrúbal Oliveros, Luis Vicente León, Luis Oliveros, Leonardo Vera, entre otros, han señalado que las políticas de control de precios, o como son llamadas en la actualidad de “precios acordados”, no resuelven en lo absoluto la crisis económica que ha pulverizado la capacidad de compra de los venezolanos. Y nuevamente se espera un importante desabastecimiento en el país. 

Los distintos gremios empresariales, comerciales, industriales e incluso los del campo han rechazado estas nuevas medidas ejecutadas por el Ejecutivo nacional y exigen el cese de todas estas políticas restrictivas que simplemente traerán más problemas para los venezolanos.  

Ante esta situación, Hispanopost conversó con el presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), Adán Celis, quien ofreció sus impresiones sobre estas nuevas medidas que, en vez de ayudar a la economía, lo que harán es contraerla aún más. 

-¿En Venezuela de verdad existen los precios acordados? Distintas empresas e industrias han señalado que no fueron consultados. 

-Tenemos que separar esta respuesta. En primer lugar, nosotros estamos en contra de cualquier medida de precios acordados, precios regulados, control de precios. Ya los venezolanos, en general, saben que eso lo que conlleva es a desabastecimiento, bachaqueo, a que haya menos productos en los anaqueles, entre muchos otros factores. Ahora bien, para que algo forme parte de un acuerdo debe ser decidido entre las partes y no solamente por una parte. Cuando se tienen que acordar precios, se tienen que llamar a los que representan a los gremios. Tienes que acordar con Fedecámaras, que representa a los empresarios; con Conindustria, que representa a todos los industriales, con Consecomercio, pero no puedes acordar con un grupo de amigos, de empresarios y panas. Ojo eso no lo decimos nosotros, eso lo dice la Organización Internacional del Trabajo (OIT), porque esta organización reconoce a Fedecámaras y todos sus afiliados y no a un grupo de amigos.  Por ejemplo, si usted tiene una fábrica y convoca a esa reunión a la competencia, eso a mí no me representa. Usted tiene que convocar a alguien que nos represente a todos por igual. Por lo tanto, esas reuniones de acordadas no tuvieron nada y nosotros estamos en contra de este tipo de medidas que atenta contra la libertad económica. Los venezolanos lo saben ya, parece que los únicos que no lo saben son los del gobierno de Maduro. 

-¿Es viable que con la crisis económica que existe en Venezuela, se pueda producir con precios acordados? 

-Los precios acordados no son viables para seguir produciendo, porque las variables económicas  del país, están totalmente descontroladas. Hay una inflación descontrolada, una tasa de cambio que tampoco tiene estabilidad, es decir que ninguna de las variables que permiten la formación de precios está controlada. Esa mesa que hubo, lo que hayan podido acordar en 2 o 3 días ya no tiene validez, porque no hay una disciplina fiscal en el propio gobierno que conlleve a nivelar y equilibrar sus cuentas. La única forma de que exista estabilidad es cuando se logra que los ingresos sean mayores a los egresos. En Venezuela lo que sucede es que el Estado ha seguido gastando. Entonces, cómo compensa la diferencia entre sus ingresos y egresos. Emitiendo dinero inorgánico y al emitirlo sin respaldo viene la inflación, viene el alza de precios y el que termina perdiendo es el venezolano, que ve como su poder adquisitivo se ve reducido.  

Las industrias pueden producir a pérdida por un tiempo y se pueden tener muchas ganas, porque aquí en Venezuela los empresarios son unos héroes y unos valientes, pero al final manda la caja. El día en que la empresa no tenga caja para responder con sus obligaciones hasta ese día llegó, y por más recursos que tenga al final se agotan y lo que se pierde no es una empresa. El problema es que atrás de estas empresas hay personas, hay familias, hay colaboradores. Solamente el sector industrial emplea aproximadamente 300 mil personas en la actualidad. Si esto lo multiplicamos por 4, son 1 millón 200 mil personas que dependen de los ingresos de estas empresas y, adicionalmente, producen productos que crean valor en la economía y que se necesitan hoy en día en los estantes. Los productos hechos en Venezuela, en la medida como se ha destapado la tasa de cambio, comienzan a ser más competitivos y de mejor calidad que algunos importados.  

-Nicolás Maduro cuando activó el decreto de emergencia por el COVID-19 dijo en cadena nacional que “a los empresarios todo lo que quieran”. ¿Este ofrecimiento  se cumplió o fue solo un doble discurso? 


-Al principio las informaciones que teníamos es que este grupo de empresarios había sido recibido con respeto, a diferencia de otras ocasiones cuando había actitudes muy desagradables, muy prepotentes hacía los empresarios. En esta oportunidad hubo buen trato, buena comunicación, pero al final es como el cuento del alacrán y el sapo, es mi naturaleza y la naturaleza se vio reflejada en que en plenas negociaciones intervinieron cuatro importantes empresas de una forma absolutamente irregular e intempestiva, sin ningún tipo de justificación, sin ningún tipo de acción y bueno ustedes me dirán dónde está la voluntad de llegar a un acuerdo. Ellos tienen que entender que en la medida en que la libertad económica sea garantizada y los procesos productivos estén en manos del sector privado y en menos medida en las manos del Estado, habrá menos inflación, habrá más empleo y el poder de compra de los consumidores será mucho mayor. 

¿Precios acordados, cuarentena y escasez de combustible, serían factores que pudieran herir de muerte a las industrias en Venezuela?  


-Con estos tres factores lo que vamos a ver es un aumento en el cementerio de empresas que ya existe con 20 años de políticas económicas equivocadas. En nuestro sector podemos hablar que de 13 mil establecimientos industriales que existían en Venezuela, ya para enero de 2019 quedaban 2.600 y para enero de 2020, solo quedan 2.200, es decir, que se perdieron 400 industrias. Llegamos a la pandemia muy mal, y de paso ahora el Estado obliga a estas industrias a enfrentar sus costos y sus gastos sin ningún tipo de ingreso. Por lo tanto, es muy difícil la situación y de verdad es necesario que se empiece a abrir la economía, las industrias, los negocios, los comercios, pero por supuesto con las condiciones sanitarias adecuadas para evitar que existan nuevos brotes del coronavirus. Este levantamiento de la cuarentena tiene que hacerse concertando, reuniéndose, como lo señala el mandato de la OIT. Advertimos que el gobierno de Maduro será en los próximos días sancionado por la OIT, por no cumplir con estas reuniones con los sectores productivos del país.  

-En el inicio de la pandemia en Venezuela, Conindustria solicitó al Seniat posponer el pago de tributos para no afectar el flujo de caja de las empresas, ¿recibieron alguna respuesta?

-No tuvimos ningún tipo de respuesta. Lo que hicieron fue unas pinceladas muy pequeñas. La mofa que hicieron con lo del Impuesto Sobre la Renta de decir que a un grupo muy pequeñito de venezolanos, nada más de las empresas naturales, justamente el día después de la fecha de pago, que hicieron que cantidad de empresas y cantidad de venezolanos sacaran dinero de donde no tenían para pagar los impuestos, informaron sobre este diferimiento de los impuestos. Con los temas arancelarios nosotros solicitamos que a un grupo de partidas importantes se les quitaran los aranceles para importar materias primas y maquinarias que se requieren en el país y lo que hicieron fue liberar unas 77 partidas de 5.000 que habíamos solicitado. Con el tema del encaje legal, nosotros solicitamos que se liberarán los depósitos de los venezolanos, para que los bancos pudieran emitir préstamos y solo aprobaron la reducción de 7%, mientras nosotros solicitamos la reducción del encaje legal en 60%. 

-¿De prolongarse la cuarentena cuánto tiempo más podrían aguantar las industrias? 


-Ni un día más. Al acabarse el flujo de caja las empresas cierran. De prologarse la cuarentena vamos a tener lo mismo de estos 20 años, más santamarias cerradas, vamos a seguir teniendo más venezolanos perdiendo sus fuentes de empleo, menos ingresos para la familia venezolana. 

-¿Cuáles serían los incentivos necesarios para recuperar las industrias en Venezuela? ¿A estas alturas es necesaria la ayuda internacional?

?
-El tema más importante, en ese sentido, son los servicios públicos. La industria es un alto consumidor de energía y, en este momento, la industria eléctrica, que era de las mejores del mundo,  se encuentra en el suelo.  Por lo tanto, se requieren capitales importantes en el sector eléctrico de aproximadamente unos 20 mil millones de dólares y eso no está en manos de un grupo de amigos y tampoco en manos del gobierno. Los únicos que pueden contribuir son las grandes firmas internacionales y, por supuesto, con base en una subasta y un proceso de licitación transparente se debe otorgar esa concesión a los mejores. Si eso no ocurre, es imposible que haya una recuperación del sistema eléctrico. También es necesario un cambio de actores, que les den confianza a los inversionistas extranjeros para que puedan venir a Venezuela. Necesitamos también un marco jurídico que respete la inversión privada, que existan todas las condiciones para que todas las inversiones puedan llegar a Venezuela.

Adán Celis advierte que “si no hay una recuperación de la confianza, no hay absolutamente ninguna posibilidad de progreso”. “Seguiremos perdiendo empleo, perdiendo producción en Venezuela y, al final de todo, perdiendo calidad de vida”, finalizó.

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