“RafaTaxi” presta una labor social a los vecinos de Los Teques

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    Mujeres parturientas, niños con crisis de epilepsia y ancianos que necesitan acudir a una consulta médica, son algunas de las carreras de emergencia que le ha tocado atender a Rafael López, mejor conocido como “RafaTaxi”, un taxista del sector La Estrella de Los Teques. “Esto es como si fuera una ambulancia, yo los llevo sin ningún compromiso. Como una labor social”, dijo.

    López contó que en ocasiones lo han llamado de madrugada y le toca salir a la carrera: “A veces yo estoy en la casa durmiendo y de inmediato salgo, no tengo problema. Sin cepillarme siquiera. Termino la labor, vengo, paro el carro y me acuesto a dormir igualito. Eso se puede recuperar, pero a veces una vida no se puede recuperar si no se le presta la debida emergencia (atención)”.

    Este héroe sin capa indicó que con sus acciones no busca lucrarse. “Yo me siento feliz porque cumplo una misión aquí. Si la gente no tiene cómo movilizarse y yo teniendo el taxi ahí, yo lo llevo sin ningún problema. Yo he salvado vidas, niños que estaban desmayados inconscientes y gracias a Dios hemos llegado a tiempo al hospital. Sus familiares les dicen ‘siempre acuérdense de ese señor, fue el único que nos pudo sacar en esos momentos porque no había carro por acá”.

    “RafaTaxi” también se ha enfrentado a la experiencia del “ruleteo” para llegar a un centro de atención. “Tres veces los he llevado al Pérez Carreño, más que todo mujeres que estaban pariendo y de emergencia las he tenido que llevar para allá. A veces en el hospital no la podían atender ni en la maternidad de Carrizal, entonces lo que me quedaba era sacarlas de urgencia para Caracas”.

    Ayudar a los vecinos

    López contó a HispanoPost algunas de las anécdotas que ha vivido desde hace 30 años que lleva viviendo en el sector. Su disposición y su taxi lo han ayudado a cumplir con lo que él considera una labor social para ayudar a sus vecinos en un sector, donde asegura, no hay buen servicio de transporte público.  

    “Los viejitos de mi comunidad me vienen a buscar para que los lleve a X sitio o que los lleve a hacerse algún examen, cualquier cosa”, dijo. Aseguró que, en ocasiones, sus clientes olvidan pagarle la carrera. “Son personas que conozco, yo sé que no tienen los recursos. Yo no les cobro porque Dios es grande. Yo sé cómo está la cosa con la comida y lo que cobran es una tontería”.

    Agregó: “Un día una señora salió corriendo del dispensario La Estrella y vino a buscarme porque tenía al nieto desmayado, no tenía cómo trasladarlo al hospital. En lo que llegó, dejé el almuerzo, prendí el carro y fuimos a buscar a ese bebé y después la señora me quiso pagar y le dije ‘déjelo así, tranquila’. Con que se salve la vida del niño yo me siento feliz, no hace falta cobrarle”.

    El reconocimiento de sus vecinos como un aliado en momentos de crisis es su mejor recompensa: “Me tiene más contento que le presto la colaboración a la gente y saben que cuentan con este señor que está aquí a la hora de cualquier cosa. No importa la hora, no importa el día”. 

    Escasez y cuarentena

    “Tengo una hermana que se encuentra bastante delicada de salud, en terapia intensiva en el Hospital Victorino Santaella. No sé cómo hacer para ayudar a mis hermanos a hacer las diligencias. El carro está varado por falta de gasolina”. Lamentablemente, la labor social de Rafael López se ha visto truncada por las adversidades de la cuarentena. La escasez de combustible no solo ha paralizado sus buenas acciones vecinales, sino que ha tocado directamente a su familia.

    Víctima de la escasez, el taxista comunitario de Los Teques lamentó: “No he podido ni ir a buscar medicina ni ir a buscar a mis hermanos para trasladarlos a donde mi hermana, para que estén ahí pendientes mientras yo estoy haciendo otra diligencia”.

    Cuando comenzaron las restricciones de libre tránsito como medida de prevención por el COVID-19, López consiguió que una doctora amiga le facilitara un salvoconducto, con la finalidad de que le prestara el servicio de traslado de la casa al hospital, ida y vuelta.

    “Con ese salvoconducto yo la llevaba y la traía, pero una vez fui a la bomba de gasolina de la María Auxiliadora. Llamé a un guardia para mostrárselo, para que me dejara echar gasolina y no me quiso atender. Me dijo que me fuera, así que dejé el carro varado”, detalló.

    A pesar de que lleva cerca de un mes sin poder trabajar, ya que el poco combustible que le queda en el tanque dice que no le alcanza ni para volver a la estación de servicio, el popular “RafaTaxi” aseguró que no cambiará su forma de ser. “No significa que vaya a cambiar, igualito sigo prestando el apoyo a mi comunidad y esperar pues. No es tanta la falta que el carro me hace a mí, sino también la necesidad de la comunidad y con la esperanza en Dios de que mi hermana salga bien de ahí”.