Las compañías de automóviles que operan en Venezuela vienen impulsando desde hace dos años un crecimiento en la importación de vehículos estimulado por un leve incremento en la demanda.
Sin embargo, se están encontrando con que algunos de sus nuevos modelos no pueden comercializarse en el país porque sus motores requieren condiciones de la gasolina que no puede ofrecer la producción que está teniendo Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en sus procesos de refinación, señala el seminario Exclusivas Económicas.
A lo anterior se suma -de acuerdo con la publicación- que en todas estas empresas predomina el criterio de que en Venezuela resulta inviable reactivar una planta de ensamblaje porque el nivel de inversión sería elevado. Una de las cargas comienza por el riesgo que se arrastra por el peso de las sanciones de Estados Unidos, además del andamiaje legal e impositivo que encarece la estructura de costos.
También está la política de atracción de capitales del gobierno de Nicolás Maduro hacia el sector automotriz, que está marcada por intensificar los acuerdos con China e Irán, pero no se mencionan las compañías de Japón, Estados Unidos o la Unión Europea.