Dos actrices venezolanas sufren la crisis del país en una arepera

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    Las actrices venezolanas Caridad Canelón y Norkys Batista en su camerino compartido hablaron de la crisis de Venezuela, de cómo los problemas que afrontan como madre e hija en la ficción de la obra de teatro “Reina Pepeada” refleja lo que viven los venezolanos en la calle. Esa penuria no las excluye a ellas de sus vidas cotidianas, pese a que ambas se han convertido en uno de los atractivos para que esta pieza apunte a convertirse en la más taquillera de la dramaturgia venezolana en todos los tiempos.

    Tanto Caridad Canelón como Norkys Batista, en distintos momentos, llegaron a ser figuras estelares de la televisión venezolana. Ambas fueron protagonistas de telenovelas exitosas, pero la paralización de la industria de series dramáticas tras el cierre de Radio Caracas Televisión las llevó al teatro, no sólo por la pasión de montarse en las tablas que las dos profesan sino como el principal sustento de sus ingresos.

    La obra “Reina Pepeada”, montada en esta oportunidad por el joven director Jorge Souki, fue escrita por el dramaturgo y cineasta venezolano Román Chalbaud y se estrenó fue hace 20 años en el Ateneo de Caracas.

    La trama ocurre en una arepera ubicada en el centro de la capital venezolana y debe su nombre a la denominación “reina pepiada”, en este caso el adjetivo escrito usualmente con i latina, por la célebre preparación a base aguacate o palta que se creó en los años 50 como relleno de ese pan de maíz llamado arepa para rendir homenaje a Susana Duijm, la primera venezolana que ganó un concurso de belleza internacional como el Miss Mundo de 1955. Vale explicar que el calificativo “pepiada” o “pepiado” es un venezolanismo que se utilizó mucho en esos años para denotar cuando alguien o algo era bueno o hermoso.

    En lo que respecta a la trama de la obra, se desarrolla en los convulsionados años 90 del siglo pasado, de allí que haya referencia a la situación política que ocurría en esa década con las segundas presidencias de Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera; y los hechos –así como los personajes masculisno- giran en torno a los roles de Casilda y Reina, que personifican Caridad y Norkys, respectivamente. Ellas en varios de sus diálogos evocan la figura de Rómulo Betancourt, considerado como el padre de la democracia venezolana.

    El éxito ha marcado este nuevo montaje porque ha agotado la taquilla en todas sus presentaciones desde que se estrenó el pasado mes de enero y el plan de los productores es llevarla al interior de Venezuela. Sin embargo, la polarización política no la ha exceptuado de críticas o comentarios políticos adversos tomando en cuenta que su autor Chalbaud es uno de los intelectuales que ha apoyado la revolución bolivariana, ha expresado su admiración al presidente Hugo Chávez y han sido notorios sus gestos de simpatía hacia el actual mandatario Nicolás Maduro.

    Más de un crítico teatral ha llegado a decir que este montaje ha terminado por mostrarle al dramaturgo que la misma realidad que presentó en 1997 está presente en la actualidad y en una situación más grave a la de hace dos décadas.

    Norkys Batista y Caridad Canelón públicamente han manifestado ser bastante críticas tanto de la gestión de Chávez como la de Maduro. Incluso, en el caso de la primera fue claro su apoyo al candidato Henrique Capriles en las elecciones presidenciales de 2012 y 2013.

    Por razones de respeto y admiración a la trayectoria de Chalbaud ninguna emite una palabra de crítica contra el intelectual, pero sí señalan que la denuncia que tiene el texto sigue tenido vigencia en la Venezuela de 2017.