Los cinco meses que van de cuarentena los ha pasado Cruz Yéndez en Caracas, en casa de su hermana, a más de 400 kilómetros de distancia de su hogar en el estado Sucre. No había otra opción: es en la capital donde puede ser tratado su cáncer de mama que empeoró a finales de 2019. Sin embargo, el tratamiento ha tenido más irregularidades que avances como consecuencia de las medidas tomadas desde la llegada de la COVID-19 a un país con crisis humanitaria.
En los dos primeros meses de encierro, marzo y abril, Yéndez no encontró las quimioterapias en el Instituto Oncológico Dr. Luis Razetti, donde se trata. Tuvo que buscarlas y comprarlas en otros lugares. Desde febrero estoy entre exámenes y tratamientos que no he podido realizar por falta de dinero y la cuarentena. Por no tener efectivo también me he visto en la obligación de pedir cola en el peaje de Tazón para poder llegar al médico o al laboratorio, cuenta. La casa de su hermana se ubica en Hoyo de la Puerta, en el municipio Baruta.
Los pacientes que acuden al Oncológico Dr. Luis Razetti son referidos de otros hospitales del país, y un aproximado de 40% son provenientes del interior, otro gran porcentaje son de las ciudades circundantes a Caracas, tales como los Altos Mirandinos, Guatire-Guarenas y los Valles del Tuy, y el resto viene de la capital, indica Gabriel Romero, presidente de la sociedad médica de este centro de salud.
El cáncer volvió a la vida de Yéndez en marzo del año pasado, luego de seis años de haberlo superado, y regresó como consecuencia de no encontrar en Cumaná los medicamentos que debía ingerir por cinco años luego de ganarle a la enfermedad. Uno de ellos es el tamoxifeno y según la coordinadora general de SenoSalud, Carolina Ilarreta, manejan reportes de que en la actualidad los pacientes lo consiguen en el oncológico Luis Razetti. La semana pasada dieron dos cajas de anastrozol por las dificultades para llegar al hospital, detalló una sobreviviente de cáncer de mama a Ilarrieta.
Sin embargo, en medio de la cuarentena, SenoSalud ha recibido quejas de personas por la irregularidad en el suministro de medicamentos para quimioterapia por parte del Seguro Social, como son el carboplatino, la doxorrubicina y el cisplatin, afirma la coordinadora general de la organización.
El médico Gabriel Romero señala que los fármacos de quimioterapia que actualmente hay en el hospital oncológico de Cotiza son doxorrubicina, docetaxel, paclitaxel, 5-F.U., oxaliplatino, irinotecan, trastuzumab, vinorelbina, cisplatino y a veces capecitabina. Lo demás no hay, afirma.
Asegura que desde el inicio de 2015 ha venido un franco deterioro de los servicios en este hospital, crisis a la que se le suma la actual, producto de COVID-19, y que el 14 de julio el servicio de anatomía patológica, cuyo objetivo es examinar las biopsias y muestras quirúrgicas, fue vandalizado y no hay criostatos ni formol.
En consecuencia, no se pueden procesar las muestras porque no habrá diagnóstico y sin ello no se puede tratar a los pacientes, además queda diferida cualquier biopsia extemporánea hasta nuevo aviso, expresa el especialista. Enfatiza que en el quirófano tampoco hay formol y desde hace un mes están a la espera de la llegada de este compuesto químico.
Hasta el 13 de marzo de 2020, viernes en que fueron confirmados los dos primeros casos de coronavirus en Venezuela, este laboratorio fue el único público en prestar servicio a pacientes provenientes de los hospitales El Algodonal, Pérez Carreño, Vargas, el Universitario, Victorino Santaella, El Llanito, el Risquez, entre otros, dice Romero. Ahora en este servicio los pacientes deben llevar hasta sus propias hojas de papel para que se les pueda imprimir su informe de hematología o algo de química, especialidades que actualmente realiza.
Ante esta realidad la mayoría procesa sus biopsias por laboratorios privados o particulares y para Yéndez tener todo este tiempo entre la espera de la quimioterapia y los exámenes no ha sido muy agradable.
Ella recibió quimioterapia hasta noviembre de 2019, cuando el médico le indicó que todo estaba bien y le asignó una consulta para marzo, pero en diciembre llegaron las malas noticias sentí nuevamente un malestar en el seno y me brotó una pelotica. En enero me hicieron una biopsia en el hospital y una inmunohistoquímica; en el transcurso de espera por los resultados y en la búsqueda de dinero para costearlos mi seno fue creciendo y creciendo y se ha puesto bastante feo, añade. Por ello, en marzo y abril Cruz y su hermana buscaban las quimioterapias en distintos lugares para que se pudiese tratar.
El médico también me mandó tres dosis de inyecciones de aceite con las que no me sentí bien y, al recibir la última, el seno se me vació en sangre. Al ver eso me dijo que el medicamento no funcionó y el tumor había crecido. A raíz de ello, me mandó a poner otro ciclo de quimioterapias que empecé el 15 de julio y ahora, gracias a Dios, las hay en el hospital. El seno a comparación a como lo tenía está mejorando y si sigue así luego de unas dosis me operarán para quitarme la mama.
Sin embargo, el servicio de patología mamaria es el más afectado. La lista de espera para cirugía tiene alrededor o más de 150 pacientes para ser operados en dos de los cinco quirófanos que están operativos a media máquina, debido a los problemas con el aire acondicionado. Estuvieron inoperativos desde febrero de este año y se comenzó a operar hace una semana, con algunos inconvenientes, puntualiza Romero, también encargado del área del cáncer de mama. Añade que este servicio no cuenta con anestesiólogo.
En el hospital es desagradable ir al baño cuando estoy recibiendo quimioterapia. Está en deterioro total, los baños nunca funcionan por la falta de agua y son pocas las consultas, expresa Yéndez. Agrega que en el Instituto Oncológico Luis Razetti solo existen tobos con agua en cada área y todos los servicios de consulta externa y hospitalización se surten por medio de recipientes de agua grandes de donde se saca con un tobito para lavarse las manos y limpiarse. El olor es nauseabundo, porque además de la falta de agua, los productos de limpieza son insuficientes, indica Romero.
Explica que los días de consulta son dos, los lunes y los jueves, de 7:30 de la mañana a 2 de la tarde. Actualmente, bajo las condiciones de cuarentena, solo se ven aproximadamente 30 pacientes en consulta, pero la mayoría de las veces son más considerando las emergencias. En este tiempo, se han restringido todas las consultas por la situación del COVID-19, solo se atienden emergencias y no se están abriendo historias nuevas, señala. El equipo está conformado por una enfermera, una o dos asistentes de historias médicas, un médico adjunto y dos residentes.
Desde 2010 el mamógrafo está inoperativo y en el mismo estado se encuentra el tomógrafo. En las radioterapias el equipo acelerador está dañado desde 2015 y el de cobalto presenta fallas, por ende, solo es utilizado para casos paliativos.
En cuarentena y ante estos problemas, SenoSalud brinda asesoramiento en sus redes sociales y los jueves en la mañana abre su sede para poner a disposición un mamógrafo digital y un ultrasonido para ecos.
Mientras los pacientes con cáncer deben ser tratados en plena pandemia de la COVID-19, el personal del oncológico Luis Razetti teme que estas personas se contagien, ya que en la mayoría de los casos están inmunosuprimidas. Según Romero, no hay pruebas rápidas y ya se han detectado casos positivos en pacientes del instituto. También hay temor en todo el personal, por falta de dotación de material de bioseguridad tanto en consultas, quirófano, como en hospitalización, puntualiza.
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