«Keiko: El lado oscuro de la duda»

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No es la primera vez que Keiko Fujimori está a punto de ganar la presidencia del Perú, de hecho en la campaña anterior iba como favorita hasta que Ollanta Humala le volteó el partido con la ayuda de Mario Vargas Llosa y el ex presidente Alejandro Toledo quienes garantizaron la hoja de ruta que lo llevó al triunfo. Sus allegados dicen que una semana le duró el duelo de la derrota y que luego de enjugar sus lágrimas decidió viajar por todo el Perú para convencer a quienes no creían en ella. Hoy es la favorita en esta elección y está a punto de convertirse en la primera mujer peruana que gane la presidencia.

El régimen de su padre ha dejado heridas en la memoria. Soy periodista y recuerdo bien esos años. Estaba en la universidad cuando ocurrió el golpe de Estado de Alberto Fujimori y en el año 2000 ya trabajaba en el diario El Comercio cuando observé el lado más oscuro de mi profesión: ver cómo torres de dinero compraban dueños de canales de televisión y periódicos, ver como se vendían líneas editoriales a cambio de favorecer al régimen fue simplemente vomitivo. Lo peor de esta historia no sucedió solo en mi profesión, lo nauseabundo que algunos (pocos) periodistas independientes consignaron fue la red de corrupción que cercó todos los poderes del Estado. De hecho nunca vimos a tantos generales, jueces, fiscales, congresistas y ministros vender sus conciencias mientras hundían al Perú en el fango de la corrupción. Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos dejaron la peor herencia al pueblo peruano: el todo se compra, el todo se vende, el fin justifica los medios. Hoy están presos por los delitos que cometieron y con ellos han purgado prisión varios de sus cómplices.

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Sacudirse del lodo les ha costado a los fujimoristas quienes pese a todo lo ocurrido no han dejado de participar con éxito en la política peruana. Digo éxito porque en los últimos quince años han ganado presidencias regionales y alcaldías sin mencionar su reciente victoria en la primera vuelta: acaban de ganar 73 escaños para el nuevo Congreso. ¿Falta de memoria del pueblo o trabajo arduo del fujimorismo para permanecer vigente? ¿Reinvención con redención o búsqueda del poder para repetir lo mismo pero de maneras menos impúdicas para evitar el ampay?

Keiko Fujimori ha dicho en esta elección que ella sí sabe leer la historia y que ha entendido que capítulos no se deben volver a repetir. Ha confesado además que quiere reivindicar su apellido porque la mochila que ha cargado es demasiado pesada y no quiere que le pase lo mismo a sus hijas. Nadie podrá negarlo: en los últimos años ha sido ella la mujer política más insultada y la más resistente, también. Nunca como esta campaña se ha esforzado tanto por dejar en claro que un hijo no tiene por qué  cargar con los pecados del padre y de hecho ya no grita que el gobierno de Alberto Fujimori ha sido el mejor de nuestra historia (¿habrá entendido que no lo es?). Hoy Keiko se desmarca borrando a los “albertistas” y aclarando que hay páginas que ella jamás escribirá como el cierre del Congreso (no lo necesitaría si gana, pues tiene 73 parlamentarios, dicho sea de paso). Repite y repite que ella no es Alberto y que la candidata es ella, no su padre. Desde que perdió con Humala se dedicó a viajar por rincones a los que ningún candidato llegó en esta campaña y el esfuerzo de estos casi cinco años le ha funcionado. Hoy es la favorita por mérito propio y demérito de sus rivales (en primera vuelta, salvo Verónica Mendoza, los candidatos la dejaron correr sola y se dedicaron a canibalizarse por el segundo lugar), sin embargo en el último debate hubo una frase lanzada por Pedro Pablo Kuczynski que hoy retumba. “Tú no has cambiado pelona”, le dijo el economista que le disputa la presidencia.

La frase de la pelona ha retumbado tanto que la duda se ha vuelto más oscura. La pregunta es una sola: ¿Realmente Keiko es quien dice ser o es un calco mejorado de su padre? El gran traspiés de su campaña no ha sido la congresista Cecilia Chacón declarando que Alberto Fujimori saldrá por la puerta grande gracias al Poder Judicial (un imposible que solo los fujimoristas pregonan) ni su propio hermano diciendo que si ella no gana esta vez él se apunta el 2021 (como si fuera una dinastía), no; las nubes oscuras  dudas han llegado gracias a  la fina cortesía de Joaquin Ramírez y José Chlimper.

¿Una candidata a la presidencia blinda a su secretario general sospechoso de lavado de activos hasta que no puede más callar el escándalo mediático y tres días después anuncia que el también  congresista en cuestión pide una “licencia” únicamente para que no perjudique su candidatura? Eso pasó con Keiko y Ramírez y lo curioso es que la candidata sabía de las serias acusaciones a su secretario hace años, pero lo blindó porque entre otras cosas él es el mecenas del partido. El sospechoso no solo le dio una casa para que sea local de campaña, autos también y solo ellos saben qué otras cosas. Hoy con la navaja de la investigación fiscal, el secretario apartado acaba de recordar que se “olvidó” de reportar más de diez millones en su hoja de vida al Congreso. Así de simple, se “olvidó”. En este punto Keiko nos ha hecho recordar a su padre quien también blindaba a Montesinos haciendo caso omiso a las denuncias periodísticas. Lo blindó y blindó hasta que un video lo desnudó. A Ramírez un audió le cortó la cabeza. ¿Qué le debe Keiko a Ramírez? Esa pregunta todavía no tiene respuesta, pero parece que mucho porque de otro modo no se entiende tanto blindaje y que él haya sido su secretario político es otro misterio.

El otro enredo ético tiene que ver con su candidato a la vicepresidencia José Chlimper quien dio un audio que luego salió mal editado a un programa de televisión. La consigna era limpiar a Ramírez y enlodar a Vásquez, el supuesto informante de la DEA, que asegura haber escuchado al propio Ramírez decir que lavaba 15 millones que la misma Keiko le había dado. Chlimper no solo dio el audio a un programa que irónicamente se llamaba ‘Las cosas como son’ sino que en su defensa después del gran escándalo aseguró que no había escuchado cómo salió editado. ¿Todo la prensa nacional hablaba de la manipulación y él no se daba por enterado? Imposible. Este caso también nos ha hecho recordar al control de medios que ejercía su padre justamente enviando audios y videos hechos a medida a los periodistas comprados. No lo enviaba Fujimori, lo enviaba Montesinos que era su brazo derecho. El audio reciente no lo ha enviado Keiko, lo ha enviado su vicepresidente candidato y brazo derecho quien asegura que ella no estaba enterada de nada. ¿Qué otras cosas harán a sus espaldas? ¿No le preocupa acaso?

A pesar de los audios raros (incluso el supuesto sobre Ramírez que tendría la DEA y que nadie ha escuchado hasta ahora) y de las acusaciones que van y vienen Keiko sigue firme como favorita y es probable que este domingo termine convirtiéndose en la primera mujer en llegar a la presidencia. Si esto sucediera solo tiene un camino para salir bien librada: demostrar con hechos que ella no es Alberto pues de lo contrario tendrá graves problemas de gobernabilidad. Medio Perú se ha aglutinado en marchas y respuestas políticas en su contra. Si gana celebrará su proeza personal porque habrá vencido a un colectivo que no quiere verla ni en pintura y que a la primera tomará las calles para recordarle todos los pecados originales de su padre y de ella misma.

En los últimos días Keiko ha anunciado que si gana las elecciones nombraría como Procuradora General de la República a Julia Príncipe, un gesto que serviría para apaciguar las dudas crecientes, pues la doctora Príncipe no solo es hermana de uno de los jueces que sentenció a su padre sino que ella misma denunció en el 2014 un incremento irregular en la fortuna de Joaquin Ramírez. ¿Pondría Keiko a esta valiente abogada (recordemos que fue Príncipe quien puso a disposición de la fiscalía las agendas de Nadine Heredia) a defender los intereses del Estado Peruano? Tremendos retos que Keiko Fujimori enfrentará si es que llega al poder para taparle la boca a sus grandes enemigos públicos: las dudas y la gran memoria de los peruanos informados. Tremenda tarea personal la que tendría si llega a gobernar: limpiar su apellido que hoy es sinónimo del régimen más corrupto que recuerde nuestra historia. 

En la otra orilla Pedro Pablo Kuczynski asegura que Keiko no ha cambiado un ápice y que más bien es una amenaza de retorno a lo que su padre significó, que por eso no debe ganar. El 5 de junio veremos si su mensaje de la pelona logró calar para revertir las encuestas que la daban como ganadora. La historia de Pedro Pablo en esta campaña que ha llegado a la segunda vuelta se las relato mañana…

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