El suministro de gasolina en Venezuela, hoy en día, podría calificarse como un juego de azar, porque uno como conductor no sabe si luego de varias horas o días de cola tendrá el chance o no de llenar el tanque.
Luego de un fin de semana de intentos fallidos, uno en la bomba Tamanaco, en la urbanización Las Mercedes de Caracas, el día sábado y otro en la estación de servicio de Caurimare el día de domingo, este lunes decidí creer en el famoso dicho que reza la tercera es la vencida.
Por motivos laborales, no pude madrugar para hacer la cola bien temprano, ya que un programa de radio y una reunión editorial eran impostergables. Luego de salir de estos compromisos y con un poco más de un cuarto de tanque de gasolina, me dispuse a recorrer algunas estaciones de gasolina en el este de Caracas. Con mucho sacrificio y por la sanidad mental, opté por la opción premium, es decir, pagar el litro de gasolina a 50 centavos de dólar.
A las 11:42 de la mañana estacioné el carro frente a la estación del metro Miranda. La bomba elegida era la ubicada al lado del Wendy´s de Los Palos Grandes, y para los que no conocen la zona, la cola era de aproximadamente cinco cuadras.
El sol era inclemente y sin aire acondicionado en el vehículo, más el tapabocas, la espera no era para nada placentera. Varios conductores que estaban delante de mí, con carros nuevos y viejos, se encontraban en peores condiciones: no les quedaba otra opción que empujar sus vehículos, porque sencillamente el combustible se les había agotado por completo.
Luego de aproximadamente una hora de cola, logré llegar a la avenida Francisco de Miranda, a la altura del Parque Cristal. Con la sombra del edificio se hizo un poco más cómoda la espera; sin embargo, muchos decidieron bajar de sus carros para así refrescarse un poco.
Alrededor de la 1 de la tarde, la cola comenzó a moverse más rápido. La felicidad y la esperanza de todos lo que nos encontrábamos en la larga fila no se podía disimular. El dueño de un Toyota Macho de los años 70, quien iba empujando el vehículo porque estaba en reserva, me comentaba que también había salido el fin de semana a tratar de surtir combustible y no pudo lograr su misión.
El hambre ya se estaba haciendo presente por la hora. Un kiosco cercano al Centro Plaza era el único que se encontraba abierto por toda la zona y varios de la cola decidimos comprar snack y agua para hacer la cola con un poco más de comodidad y así aguantar hasta que llegara el almuerzo.
La trágica noticia
Faltando menos de una cuadra para la entrada de la bomba de gasolina, específicamente a las 2 en punto de la tarde, un funcionario del ejército se asomaba, iba venta por ventana pronunciando la frase que ningún conductor quiere escuchar: Señor buenas tardes, se acabó la gasolina.
De manera inmediata, la reacción de todos los que estábamos tan cerca de lograr el objetivo fue ir hasta la entrada de la bomba y pedir una explicación, siempre con la esperanza de que nos dieran buenas noticias. Los trabajadores se hacían de oídos sordos y solo el encargado se acercó a un grupo de personas que, de forma muy consciente usaba tapabocas y mantenía el distanciamiento físico, para informar que la estación estaba cerrada y que no abriría hasta el siguiente día, ya que le habían prometido que una gandola de combustible llegaría en la noche de este lunes.
Uno de los compañeros de la cola, quien es residente y vecino de los Palos Grandes, se acercó hasta la oficina de la bomba y logró hablar con el dueño, ya que le conocía. El mensaje no fue el mismo ofrecido por el encargado; Hermano, vente mañana a las 7:00 am para que eches gasolina, la clave es llegar temprano.
¿Racionamiento disfrazado?
Con este mensaje, muchos de los que estábamos en la cola comenzamos a tener sospechas sobre la versión de que se había agotado la gasolina. El comentario generalizado era que las bombas, tanto premium como subsidiadas, no estaban trabajando el horario completo para así llevar a cabo un racionamiento del combustible, ya que no está llegando de manera constante, debido a la paralización y poca producción de las distintas refinerías de Petróleos de Venezuela en el país.
Hay muchas bombas que dicen que se les acabó la gasolina y es mentira, ellos están trabajando solo medio día y a las 2 las cierran hasta el siguiente día. Eso es una falta de respeto para todas aquellas personas que tenemos varias horas en la cola, comentaba una mujer que quedó solo a dos carros de poder surtir combustible.
Luego de tres horas perdidas y cuando me disponía a tomar la autopista para llegar a mi residencia de una manera más rápida, porque ya solo tengo un cuarto de tanque de gasolina, un efectivo de la Policía del Municipio Sucre, en una alcabala colocada en la avenida Francisco de Miranda, específicamente en la frontera con el municipio Chacao, decidió darme la voz de alto. Encomendándome a Dios y a la Divina Pastora decidí identificarme como periodista y explicarle al funcionario que iba a mi casa para iniciar mi jornada laboral, luego de otro intento fallido de echar combustible.
Buenas tardes caballero. ¿Qué le pasó, usted está nervioso?, dijo. Mi respuesta fue que no estaba nervioso, sino un poco molesto por la pérdida de tiempo en la cola de la gasolina. Pero yo lo veo sudado y nervioso, ¿Cuánto tiempo tiene usted trabajando en este medio de comunicación?, fue la siguiente pregunta. Al emplazarlo e informarle que le entregaría toda mi documentación porque necesitaba llegar rápido para conectarme a mi trabajo, decidió dejarme ir.
No solo hay que calarse el mal rato de perder horas en la cola de la gasolina, sino también aguantar las ocurrencias de los funcionarios policiales.
Mañana será mi cuarto intento de echar combustible y tomaré en cuenta la recomendación del dueño de la bomba. Vamos a ver si madrugando Dios y Pdvsa me ayudan y logro llenar el tanque porque, de lo contrario, tendré que estacionar mi carro hasta que se regularice el suministro de combustible. Deséenme suerte.
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