«Me hice periodista para esclarecer la muerte de mi padre»

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    Uno de los juicios penales más polémicos que ha tenido Colombia ha sido el del exgobernador de La Guajira Juan Francisco Gómez, quien está preso y acusado de 9 homicidios, por su participación y financiación a bandas criminales de esa región del país. Uno de los asesinatos que se le imputan es el del concejal de Barrancas, La Guajira, Luis López Peralta, quien fue asesinado el 22 de febrero de 1997, mientras Gómez fungía como alcalde de esa municipalidad.

    La hija de López Peralta perdió a su padre a los 10 años de edad y se hizo periodista con el exclusivo propósito de denunciar y esclarecer a los asesinos. Tras múltiples esfuerzos, logró que el Jefe de las negociaciones de paz de las FARC en La Habana, Iván Márquez, hiciera una profunda investigación dentro de la organización armada y se pronunció oficialmente en una carta que envió a Diana López por medio de la cual desbarató la estrategia de defensa del procesado. En un fragmento de la carta enviada por Márquez a la hija de López Peralta se afirma:

    «Nos parece reprochable la estrategia de la defensa del procesado por el crimen, de endilgarle a las FARC este hecho para atenuar su responsabilidad ante la justicia. Con mucho gusto, Diana, podemos afirmar de manera perentoria, luego de consultar con el Bloque Caribe de las FARC, que nunca su padre, un hombre bueno, querido por sus paisanos, fue objeto de exigencia de carácter económico por la insurgencia, como torcidamente aduce la mencionada defensa».

    En el artículo «A mi papá lo mataron dos veces» publicado en Semana.com, su autora Diana López, hija del excandidato a la alcaldia de Barrancas, La Guajira, cuenta la historia del asesinato de su padre, por el que es señalado el exgobernador ‘Kiko’ Gómez. Son desgarradores los relatos de quien en su inocencia vivió la muerte de su padre y que relata con estas palabras:

    «Con el tiempo, he llorado constantemente y sigo haciéndolo. Me refugié en muchos remedios fallidos para eludir el trauma de aquellas balas que también mataron mi infancia. Muchos años después, una terapeuta me ayudó a hacer ese duelo postergado e inexorable: desenterré una parte de esa opresión que he llevado dentro. Hice el ejercicio de regresar al momento del homicidio, hasta hoy impune, para vivirlo con la impotencia, el desconsuelo y el ahogo del día en que fue sacrificado mi papá»