A las seis de la tarde del domingo 13 de septiembre, a tres días del inicio del año escolar, Nicolás Maduro dio la noticia que tenía en vela a más de un padre, profesor y alumno venezolano: la modalidad en que se darán las clases. Anunció que será a distancia, al igual que terminaron los dos últimos lapsos. Aunque Carlos Cedeño integrante de la Red de Madres, Padres y Representantes, afirma que estaban en veremos, para la especialista en educación Olga Ramos la información fue simbólica.
No hubo ninguna decisión novedosa, lo que dijo ayer Nicolás Maduro fue simbólico para decir que él estaba tomando la decisión, pero esa medida ya estaba tomada y anunciada en cuanto a contenido. Lo que varió fue el énfasis y la afirmación que en enero a lo mejor se realizarán las clases en las escuelas, dice la profesora y miembro de la Asamblea de Educación.
La razón por la que había un panorama incierto se remonta al 21 de agosto, cuando Maduro propuso que se estudiara la posibilidad de un inicio de clases semipresencial, lo que, según Ramos, causó revuelo tanto en padres como en docentes.
La jugada extraña que hizo Maduro produjo una serie de iniciativas para hacer consultas y eso generó mucha preocupación en padres y docentes, y la mayor cantidad de posiciones públicas señalaban que no iban a enviar a los niños a la escuela. A los pocos días, Maduro ratificó que el regreso semipresencial se estaba estudiando y después Aristóbulo Isturiz, ministro de Educación, dijo en más de una ocasión que esa medida era una idea para ser evaluada, pero que las clases comenzaban con la misma modalidad a distancia el 16 de septiembre, añade.
La educadora explica que los padres y madres fueron consultados por sus escuelas o mediante varias iniciativas que no estaban bien coordinadas porque unos preguntaban una cosa y otros otra. Por ejemplo, la Organización Bolivariana de Estudiantes, el Movimiento Bolivariano de Familia, y varias zonas educativas hicieron su propio instrumento y hasta una, la de Nueva Esparta hizo la consulta por Twitter, que permitía que una persona que fuese de la zona o no la respondiese, acción que arrojaba una validez técnica altamente cuestionable.
Estos instrumentos para recolectar información, según Ramos, llegaron hasta donde lo haya permitido la conectividad, debido a que fueron enviados por WhatsApp y quien no tuviese un teléfono inteligente no lo podía responder, algunos la hicieron mediante un enlace de formularios de Google, otros con un PDF que hacía más difícil la respuesta y otros enviaban las preguntas en un texto por esta aplicación. Sin embargo, se desconoce a cuántas personas llegó la encuesta.
Cedeño, desde la red de representantes, indica que los padres ciertamente no estaban en su mejor disposición para enviar a los niños a las escuelas porque no es prudente y los casos están en ascenso; además, no hay un plan que garantice la seguridad de los maestros y alumnos.
Desde el anuncio de la propuesta no hubo un plan de acción para el regreso de los estudiantes a las escuelas del país, y aún, el asomo de la posibilidad de abrir los colegios en enero también carece de evidenciar las medidas sanitarias que se tomarán en las escuelas una vez la curva esté en descenso para que las personas puedan asistir, como es el tener agua y jabón, además del equipamiento de protección que debe brindar el estado en el 85% de ellas, que son las oficiales, en estas debe garantizar las mascarillas y el gel antibacterial para aquellos en las condiciones más desfavorecidas, señala Cedeño.
Así como la idea de volver a las aulas no tuvo un plan, durante el tiempo de vacaciones las medidas para un nuevo año escolar que aseguraran tanto a los alumnos como a los maestros el poder aprender y enseñar, respectivamente, fueron escasas.
Para bachillerato hubo una serie de instrucciones sobre cómo iniciar el año escolar que circulan desde la semana pasada, pero de inicial y primaria no ha habido nada distinto a una minuta de la conferencia del viernes 4 de septiembre, que les pide a los directores hacer un presupuesto de una operadora de Internet para informárselo a Conatel y cumplir el mandato de que todas las instituciones educativas tengan conexión. En este escrito se les exigía a los profesores planificar con una semana de anticipación lo que les mandarían a los estudiantes el 16 de septiembre, esta solicitud para primaria y preescolar.
En la minuta, además de informar de manera indirecta que el año escolar sería a distancia, solicitar hacer una guía pedagógica para entregar el 9 de septiembre, es decir, realizarla en un máximo cinco días, ponía a los docentes en la tarea de hacer una planificación sin conocimiento del curso y pruebas diagnósticas.
La educadora señala que un docente no planifica en abstracto, lo planifica y lo ajusta a sus estudiantes, y el problema con el inicio de clases el 16 de septiembre es que el docente no va a conocer a sus estudiantes ni a su curso. Eso pone un agravante, porque cómo puede elaborar la guía pedagógica si no los conoce, si no sabe lo que aprendieron, ni como son los estudiantes que va a recibir, ni qué saben ni qué no.
Acumulación de deficiencias
Las condiciones del plan a distancia son exactamente las mismas a las que teníamos el 13 de marzo, porque no se ha hecho nada nuevo para que este año escolar cuente con mayor éxito. No sabemos el diagnóstico, que es lo mínimo, por lo que no sabemos qué aprendieron ni desaprendieron dice Cedeño.
Indica que, si ni siquiera se tiene esto, mucho menos se cuenta con planes de conectividad para los maestros y niños más necesitados, ni con los dispositivos que brinden acceso a la tecnología. Sostiene que no hay un plan claro por parte del ministerio para abordar un programa tan complejo como es el de educación a distancia. Es un momento en el cual los lineamientos del ministerio de Educación deben ser claros, concretos y venir acompañados de inversión y como nada de esto ocurrió, este inicio del año escolar no va a ser muy distinto al cierre del año pasado.
En los primeros meses de cuarentena los expertos en educación mostraban preocupación por las diferencias educativas que se establecían entre aquellos alumnos con acceso a Internet y los que no. Ahora, Ramos enfatiza que no solamente aumentarán las diferencias, sino que las deficiencias se harán más profundas y difíciles de superar.
El problema es que si no se hacen acciones para modificarlas, van siendo acumulativas y, en la medida en que se van haciendo acumulativas, el efecto sobre la calidad del aprendizaje es mayor. Si un niño no sabe leer ni escribir bien a la edad que le corresponde, no va a poder desarrollar su habilidad de comprensión lectora para textos más complejos y los efectos son hasta psicológicos porque cuando se dé cuenta que los demás saben leer y escribir y él no, sentirá la diferencia y el impacto, afirma.
Por esta razón, Cedeño considera que este año escolar debió comenzar antes porque se perdieron muchas oportunidades de clase. Este año es muy particular, en el que se debe trabajar con mucha fuerza por todo aquel aprendizaje que no se concretó en el anterior, porque cada minuto cuenta, afirma.
Desde pasado el 21 de agosto, padres, representantes, docentes y pediatras estuvieron en contra del retorno a las escuelas ante una curva de casos de COVID-19 en ascenso. Sin embargo, algunos profesores pedían un estudio que evaluara la manera en que las clases semipresenciales fuesen posibles, porque las consecuencias para los estudiantes que acarrearía continuar con una modalidad a distancia frente a la realidad de la falta de conexión a Internet y problemas eléctricos de muchos hogares serían cada vez mayores.
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