Rodrigo Calixto, una historia de superación contra la leucemia

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    Diseñador por vocación, Rodrigo se iniciaba en el arte de la carpintería a muy temprana edad cuando observaba y ayudaba a su padre en el que era su gran hobby, el trabajo con la madera.  A los 17 años ingresó en la carrera de diseño industrial y abrió su primer taller.

    Desde entonces y hasta ahora, solo dos situaciones le han apartado momentáneamente de la madera, la primera fue un asalto en su propio taller, donde fue robada parte de su producción y la segunda un año y medio después, el diagnóstico de una leucemia que le postró durante seis meses en la cama de un hospital y le llevó después a pasar por un trasplante de médula y sesiones de quimioterapia.

    Hoy día, aún se recupera de las secuelas de la enfermedad, continúa tomando medicamentos, su salud aún es frágil e intenta recuperar la masa muscular perdida durante el tiempo de convalecencia en el que llegó a perder hasta 17 kilos.

    Aún así, el discurso de Rodrigo no suena a victimismo, sino a superación, su voz pausada y tranquila habla mucho de quien sabe del significado de la espera. Como amante del mar su entendimiento sobre el comportamiento de las tempestades, le hizo también comprender que “siempre después de un mar agitado llega un mar calmo”. Solo una vez, pensó que no abriría más los ojos, pero al día siguiente cuando la enfermera llegó a la habitación para hacer los exámenes rutinarios comprendió que estaba vivo, que tenía una nueva oportunidad.

    Amigos y familiares hicieron campaña para conseguir una donación de médula, finalmente su madre, por compatibilidad, fue la donante. Rodrigo agradecido afirma que fue ella quien le dio dos veces la vida, una al nacer y la segunda con el trasplante.

    Aún debilitado, Rodrigo no ha dejado por un momento de acudir a su taller aunque intenta evitar estar expuesto continuamente a la polvareda de la carpintería, continúa trabajando no solo con la madera, sino también con otras plataformas como el vidrio o el metal. Su objetivo siempre fue tener un taller en el campo, al cumplir los 45, hoy esa meta se ha adelantado y prevé abrirlo antes de los 40.

    Rodrigo ayuda con su experiencia a otros enfermos de cáncer, acude a charlas y palestras para hablar de su propia superación, de su lucha, de su espera.