Les da cuerda a sus más de 100 relojes todos los sábados. Andrés Langebaek es economista de profesión y desde los siete años descubrió su fascinación por las poleas y los mecanismos que articulan las diferentes piezas de los relojes para poder dar la hora con puntualidad.
Ya no le caben en la casa y ha debido llevar algunos a donde su suegra, su mamá y su hermano.
Hace 20 años comenzó a coleccionar los relojes que ha traído de todas partes del mundo. Tiene libros, catálogos y hace seguimiento a los modelos y tecnologías de cada uno de ellos.
En su casa se escucha el constante tic-tac y algunos tocan campanas y timbres a determinadas horas, principalmente a las 6 y a las 12.
Algunos funcionan con agua, la luz del sol, pesas y aceite. Uno marca al mismo tiempo la hora de todo el mundo y tiene otros con cajas de música. Además, posee relojes especiales que fueron fabricados para ser usados exclusivamente en barcos, aviones o carros. Otros de su colección se caracterizan por que sirven para marcar la hora de entrada en las fábricas y otros para ser usados en hospitales.
Tiene relojes ingleses, alemanes, austríacos, chinos, entre otros. También conserva réplicas de relojes del siglo XV y el más antiguo de su colección es del siglo XVII.
Andrés Langebaek dice que el mantenimiento de los relojes es muy importante. Debe aceitarlos cada tres años y darles cuerda todas las semanas. Todos los relojes que tiene funcionan perfectamente.
Mientras más relojes posee Andrés Langebaek la verdad es que tiene menos tiempo.
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