Digna sepultura a los muertos de la guerra, 35 años después

    0
    175

    Rigoberto Tut Chiquín ha podido ser enterrado dignamente 34 años después de que fuera asesinado por el ejército de Guatemala. Un 2 de junio de 1982 durante la época más dura de la guerra civil que asoló el país centroamericano entre 1960 y 1996 un grupo de soldados rompió la calma en la remota aldea Pambach, en Santa Cruz Verapaz. Eran las 5 de la mañana cuando varias patrullas de soldados irrumpieron en este lugar donde condujeron a las mujeres y a los menores a la iglesia y reunieron a 80 hombres en la escuela.

    Todos los hombres formaban parte de una macabra lista elaborada por el ejército con personas a las que ejecutar extrajudicialmente. Este suceso tuvo lugar en plena dictadura de Efraín Ríos Montt, quien gobernó Guatemala con puño de hierro entre 1982 y 1983 ideando varios planes para exterminar a la población indígena bajo la acusación de que apoyaba a la guerrilla.

    Ese día fue el turno de Pambach, una aldea en medio de inclinadas montañas, cuyos habitantes son de la etnia poqomchí. Rigoberto Tut Chiquín contaba con 17 años y debido a su minoría de edad no estaba en la lista del Ejército, si bien su audacia le condenó a muerte. Tras ser golpeado por un soldado con la culata de su arma, el joven no se pudo contener y pegó al militar.

    A continuación, fue detenido y pocas horas después sería asesinado a machetazos junto a los otros 80 hombres que también fueron obligados a dejar su aldea. Sus padres, Fernando Tut y Carmen Chiquín, y su hermano, Alfonso Tut, fueron testigos impotentes del secuestro de su familiar a manos de las fuerzas armadas. Para tranquilizarles, los soldados mintieron a los vecinos de Pambach asegurándoles que se llevaban a los 80 hombres para que sirvieran en el Ejército durante seis meses. Sin embargo, nunca más los volvieron a ver vivos.

    FUNDACIÓN DE ANTROPOLOGÍA FORENSE DE GUATEMALA 

    Ello no impidió que los familiares de las víctimas siempre guardaran la esperanza de recuperar sus cuerpos y poder enterrarlos dignamente. Poco a poco ello ha sido posible, gracias al trabajo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) que desde 1997 ha realizado 1.700 investigaciones de masacres y desapariciones forzadas, que han dado como resultado la recuperación de 7.874 osamentas. De momento, ya han identificado a 700 víctimas de desapariciones forzadas, muchas de las cuales estaban enterradas en alguno de los treinta antiguos destacamentos militares en los que ha trabajado en coordinación con el Ministerio Público (MP).

    Uno de ellos es la Zona Militar 21 de Cobán, Alta Verapaz, denominada hoy Comando Regional de Entrenamiento de Operaciones de Mantenimiento de Paz (Creompaz). En este lugar, descubrieron un total de 565 osamentas en 85 fosas comunes, entre ellas la de Rigoberto Tut, cuyos huesos han regresado a su lugar de origen, tras un complejo proceso de identificación a través de una prueba de ADN.

    Su padre, Fernando Tut, de 91 años, llora cuando recibe los huesos de su hijo y da gracias a Dios por haberlo encontrado para poderlo enterrar dignamente. Tras desconocer su paradero durante muchos años, informó en 2015 de la desaparición de su hijo a la FAFG, organización que desde 1997 se dedica sin ninguna ayuda del Estado a buscar a los 50.000 desaparecidos que dejó la guerra civil en Guatemala.

    Para poder identificar a las víctimas que han permanecido desaparecidas, la FAFG cuenta con un banco genético en el que compara el ADN recogido de las osamentas y el que aportan las familias que buscan a sus desaparecidos a través de una muestra bucal. Una vez se comprueba el parentesco familiar, esta organización entrega el cuerpo para que pueda ser enterrado.

    El pasado 29 de diciembre se cumplió el veinte aniversario de la firma del Acuerdo de Paz Firme y Duradera entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), tras suscribir otros 11 acuerdos entre 1991 y 1996, que pusieron fin a un conflicto armado que dejó un saldo de 200.000 personas fallecidas, así como 669 matanzas, en su mayoría de indígenas y campesinos.

    Pese a que la mayoría de estos crímenes están sin esclarecer, actualmente, los autores del asesinato de Rigoberto Tut Chiquín están en prisión desde que el pasado 6 de enero de 2016 fueran detenidos catorce militares retirados acusados de la desaparición de 565 indígenas entre 1981 y 1988, que fueron enterrados en Creompaz tras ser interrogados, torturados y ejecutados. Ocho de los soldados arrestados permanecen en prisión a la espera de juicio, acusados de los delitos de desaparición forzada y contra los deberes de humanidad, entre ellos, el ex jefe del Estado Mayor del Ejército Manuel Benedicto Lucas García, hermano de quien fuera presidente de Guatemala entre 1978 y 1982, Romeo Lucas García.