En la esquina del Chilaquil pierden las cuentas de lo que venden

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    La fila para probar las tortas de chilaquil en el puestito callejero de «Cata» puede ser de hasta una hora o más. Su popularidad se debe, en parte, a que combinan los mejor de los desayunos mexicanos: la torta, que es una suerte de sandwich relleno con lechuga, tomate y aguacate; y chilaquiles, una platillo compuesto por totopos, bañados en salsa verde, crema blanca y pollo. Son las preferidas de locales y extranjeros, oficinas y hasta para curar la resaca.

    La esquina del chilaquil tiene más de 28 años en el mismo lugar y se ha convertido en un negocio familiar a raíz de que su fundadora quedara embarazada a los 17 años. Hoy en día sigue siendo un puesto de comida informal, sin contabilidad ni conocimiento de volumen de ventas por quienes lo manejan. 

    Sus tortas se han hecho tan famosas y demandadas que empresas de entrega a domicilio se han visto obligados a incluirla en sus opciones de envíos.