Soñé en veces varias con saborear el sonido de todos los entes infinitos; en mi vida de ensueño no hay ninguna norma por transgredir, ni ningún tipo de lucha.
Cantaba el viento, callaba la voz. Te sentías en los alrededores como si fueras omnipresente e investigabas cada uno de los archivos, te dabas cuenta de que la acumulación de datos no tenía justificación.
Habrás vuelto a los patrones predestinados de tu mente para el momento en que la vida se acabe, cuando el infinito se esfume y regreses a la finitud de tu tiempo. Te perderás la prolongación de las horas y la proliferación de las quimeras de la conciencia, que te llevaban, a través del asombro, al estado líquido. Se esfumará la voz que solía cuidar de ti, te harás parte del mar y te arriesgarás, como las olas, a romper las piedras.
Has reconfigurado el patrón con el que figurabas tu existencia; te has deshecho de todo y ya no eres humano. Eres ahora un nauta del cosmos y ningún símbolo te interrumpe los pasos. Vas en remolinos como los tornados, construyendo el futuro que le descifras a tu lengua. Has regresado hasta el origen y ahora eres el alma del universo en expansión. Nada te contiene y tampoco eres el contenido. Vas vacío vagando por las nubes cósmicas y eres polvo de estrellas.
Soñaste infinito.
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