2024 inicia con el peso de ser un año decisivo para el futuro de Venezuela y sus futuras generaciones. Las piezas políticas internacionales se mueven con el objetivo de concretar unos comicios competitivos y transparentes que pueda permitir un cambio político pacífico y reconstruir un país que transita una prolongada pentacrisis.
Nicolás Maduro, en sus primeras declaraciones del año, dijo ante diversos medios de comunicación nacionales e internacionales que el candidato presidencial del chavismo aún no está definido.
El 85% del país quiere un cambio, según los más recientes sondeos de opinión pública. Esta situación, que incluye presiones internas– externas sobre la permanencia del proyecto del chavismo en el poder central.
La declaración de Maduro sobre la incertidumbre de su candidatura es una estrategia que tiene intenciones en distintos análisis lógicos en buscar un impacto emocional en su ajedrez político electoral.
Algunos dirigentes del llamado chavismo crítico, que no comulgan con el presidente Nicolás Maduro, en sus opiniones construyen análisis sobre la base de que la participación del referéndum consultivo fue tan baja que la candidatura del jefe de Estado a la reelección queda en entredicho, realidad concreta que pudiera emerger de un proceso interno de debate sobre la posibilidad de sustituir a Maduro como candidato para la reelección.
El referendo revelo que el madurismo no cuenta con grandes apoyos populares. Es decir, grandes niveles de impopularidad que se mueve con un mínimo 80 % según la mayoría de las encuestas nacionales. La baja participación en la consulta pudiera activar algunos cuadros del Partido Socialista Unido de Venezuela para repensar la postulación de Maduro como su candidato presidencial en 2024. El capital político electoral de Maduro es muy frágil para pensar en un triunfo en cualquier escenario.
Ahora bien, la situación país nos lleva a una primera síntesis. 2024 es un año electoral y oportunidad para fraguar el cambio de gobierno y corregir algo se torció malamente en Venezuela y debe urgentemente corregirse o el país caerá en un callejón sin salida que podría conducirlo complejidades sociales y económicas de grandes trascendencias históricas. Ojalá se respete el acuerdo firmado en Barbados, mirando siempre elecciones presidenciales transparentes y supervisadas por organismos internacionales.
El desafío mayor de la clase política y con la fuerza ciudadana es evitar la posibilidad Venezuela se retrotraiga al subdesarrollo más básico o al fracaso del Estado y se convierta finalmente en un Estado fallido.
Es evidente, Maduro y su círculo de colaboradores directos desmantelan progresivamente la democracia venezolana, al tiempo que dilapidan los recursos naturales del país para enriquecerse.
Se sigue agudizando la devastadora crisis económica, política y social. La crisis económica de Venezuela, tal vez la más estrepitosa del mundo, es tanto ilógica como lógica. Es hasta contradictorio que uno de los países más ricos del mundo, un país petrolero como muy pocos, con las reservas de petróleo y gas más extensas del mundo, iba a terminar en semejante hoyo económico.
En el contexto electoral presidencial 2024, la tendencia histórica refleja cómo se mueve el voto chavista-madurista versus el voto opositor, revelando una oposición cada vez más fortalecida y hasta favorita para alcanzar cualquier triunfo electoral presidencial, regional o municipal, entendiendo la etimología de las palabras elecciones competitivas y transparentes.
Es relevante encauzar para el análisis histórico final, abril de 2013. Nicolás Maduro, uno de los delfines del comandante Chávez, asume la candidatura por la muerte del máximo líder de la revolución. Logra resultados que se conectan con la tendencia de la decadencia del voto chavista en Venezuela. Luego, en el año 2018, Maduro es reelecto presidente bajo un ambiente de fraude electoral.
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