Monseñor Oscar Arnulfo Romero, 37 años de un crimen impune

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    El Salvador conmemoró este viernes el aniversario número 37 del magnicidio de monseñor Óscar Arnulfo Romero, con la mente puesta en su posible canonización, pero sin dejar de pedir justicia, tras la reciente solicitud de reabrir las investigaciones contra el escuadrón de la muerte que lo ejecutó.

    Cientos de feligreses abarrotaron desde primeras horas del día la pequeña capilla del hospital de cáncer La Divina Providencia, en San Salvador, donde el arzobispo fue asesinado por un francotirador desconocido, mientras oficiaba una misa, a las puertas de la guerra civil que asoló al país centroamericano hasta 1992.

    «Ustedes, pueblo salvadoreño, han hecho un gran regalo al mundo entero con monseñor Romero, porque ya no es solamente de ustedes sino que es un santo universal», dijo el cura alemán Martín Meyer durante un servicio que contó con la presencia de representantes de las iglesias anglicana y episcopal.

    No obstante las reflexiones sobre la «universalidad» de Romero, su legado y la necesidad de ahondar en sus predicas, voces anónimas entonaron un reclamo al Vaticano por la «lentitud» del proceso de canonización, que rápidamente tuvo eco en casi todos los asistentes.

    «Romero ya es un santo, ¿por qué se tardan tanto?», repitieron los feligreses, que tampoco se cansaron de aplaudir ante los constantes «¡Viva Romero!», que proclamaron los más de 5 sacerdotes que hablaron desde el púlpito, y de cantar con música religiosa con ritmos campechanos.

    El martes 21 de marzo, el papa Francisco se reunió con los obispos salvadoreños y les explicó que el proceso de canonización debe seguir su ritmo, sin aceleraciones.

    El camino hacia la canonización se inició luego de que la Iglesia católica salvadoreña concluyera a finales de febrero la investigación sobre una «presunta curación» atribuida a Romero y envió la documentación al Vaticano para que esta pueda ser ratificada y proceder a elevar a los altares al mártir.

    Durante el rito religioso, los sacerdotes también lamentaron la «represión» estatal de la que son víctimas actualmente los jóvenes por el recrudecimiento de la política de seguridad, como en tiempos de Romero.

    Pese a la alegría mostrada por los feligreses por el inicio del proceso de canonización, el sacerdote Fredis Sandoval, también miembro del conglomerado de organizaciones Concertación Monseñor Romero, llamó a los salvadoreños a no apartar su mirada de la posible reapertura de las investigaciones por el homicidio.

    Al cierre de la misa, los asistentes, jóvenes, ancianos y adultos miembros de organizaciones sociales, sindicales y congregaciones religiosas, iniciaron una peregrinación por las principales calles de la capital portando pancartas con frases de Romero, palmas, flores y camisas con su rostro.