Novatadas en una ‘hermandad’ le cuestan la vida a un joven en Filipinas

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    La muerte de un estudiante torturado y apaleado por sus compañeros de universidad durante un rito de iniciación conmocionó a Filipinas, un país donde las novatadas extremas pueden acabar en el hospital o en la morgue.

    Horacio Castillo fue enterrado esta semana no como un alumno de Derecho sino como un jefe de Estado.

    Así describió su funeral la familia de este joven de 22 años, al que las masas despidieron entre llantos y pancartas el miércoles en Manila con un multitudinario evento retransmitido por televisión para los cien millones de habitantes del archipiélago.

    Cubierto de hematomas y marcas de cera de vela derretida, el cuerpo ya inerte de Horacio ingresó en el hospital la madrugada del domingo 17, transportado por un compañero de la hermandad Aegis Juris que ahora se encuentra en prisión preventiva acusado de homicidio junto a otras 15 personas.

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    Para cumplir su sueño de ser abogado, el joven se matriculó en Derecho en la prestigiosa Universidad de Santo Tomás y solicitó ingresar en Aegis Juris, una fraternidad con 38 años de historia que ha ofrecido destacados hombres de leyes, entre ellos el propio decano de la facultad.

    La prueba de admisión, sin embargo, fue demasiado dura para este universitario de aspecto inocente al que los golpes y las quemaduras acabaron por producir una parada cardiorrespiratoria, según la autopsia.

    «La cultura de los ritos de iniciación en Filipinas refleja la imagen del macho que muchos hombres quieren proyectar; ser fuertes, capaces de soportar el dolor y absolutamente leales a su grupo», explica a Efe Aurelio Servando, de 56 años, que se convirtió en un reconocido activista contra las novatadas después de que una de ellas acabara con la vida de su propio hijo, Guillo.