Un paseo por el paradisíaco refugio del dictador soviético Stalin

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    Pasó allí gran parte de su tiempo entre 1936 y su muerte en 1953. Es la dacha de Iosif Stalin en Sochi, un lugar paradisíaco frente al mar Negro que nos permite echar una mirada a la austera vida del dictador soviético.

    «Ésta es la figura de cera de Stalin. Se parece mucho al original», dice la guía rusa en un fluido mandarín a un grupo de turistas chinos que no paran de hacer fotos.

    Y es que los chinos son los principales clientes de la dacha, lugar de peregrinación de nostálgicos del régimen soviético y de los turistas que descansan en los numerosos sanatorios de la zona.

    Stalin tenía a su disposición más de veinte dachas o casas de campo, la mayoría cerca del mar Negro, sea en Crimea o el Cáucaso, pero muchas nunca las llegó a pisar, mientras que la de Sochi era su preferida.

    Solía llegar a final del verano y no la abandonaba hasta finales de año, cuando regresaba al Kremlin o a su dacha a las afueras de Moscú, con la excepción de la Segunda Guerra Mundial (1941-45), cuando envió a su familia a este refugio y él permaneció en Moscú.

    Stalin sufrió un ataque al corazón y tenía problemas respiratorios, por lo que los médicos le recomendaron darse baños curativos en el sur, aunque los períodos que pasó en Sochi nunca fueron vacaciones propiamente dichas, ya que nunca dejó de trabajar.

    Aunque es un lugar popular entre los turistas, especialmente en el año del centenario de la Revolución, las autoridades no se apuran a convertirlo en un museo, aunque una de las guías comenta en defensa de Stalin que «el terror rojo fue ideado por Lenin».

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