Con evidente nerviosismo, el primer ministro Benjamin Netanyahu se presentó anoche ante las cámaras y por espacio de media hora se dedicó a atacar a la prensa, que con sus deliberaciones en los estudios de televisión otorgan herramientas a Hamás, y prometer que la guerra continuará y continuará hasta la victoria, sin definirla explícitamente.
Apoyado por sus ministros de la extrema derecha que le mantienen en el poder, Netanyahu se opone a un plan diplomático destinado a hallar una solución para la crisis, que está siendo elaborado en Washington: el fin de la guerra a cambio de la normalización con Arabia Saudita, la participación de estados árabes moderados en la reconstrucción de Gaza, el regreso de todos los secuestrados y la liberación de presos palestinos.
Washington defiende la creación de un Estado palestino viable como única garantía a largo plazo de la seguridad de Israel, pero su primer ministro Netanyahu reiteró su oposición a la «idea de la soberanía» palestina.
Netanyahu y el presidente estadounidense, Joe Biden, no se han hablado en las últimas cuatro semanas y Washington expresa diariamente y de diversas maneras su descontento con la conducción israelí.
En Gaza hay aún 136 civiles y soldados israelíes en manos de Hamas. Se estima que alrededor de 25 ya no están con vida y el tiempo que les queda con vida al resto se va limitando, cuando muchos están enfermos, con frío, casi sin alimentos ni agua, sin ver la luz del día.
Mientras tanto, aumentan las voces que llaman a elecciones generales a la brevedad y va en aumento el número de israelíes convencidos que no podrá ganarse está guerra mientras Netanyahu continúe en el poder.
Al menos «93 personas murieron en los ataques de anoche y de la madrugada, incluyendo 16 en un bombardeo contra una casa familiar en Rafah», en la frontera con Egipto, informó Hamás, en el poder en Gaza desde 2007.
El ejército israelí, que bombardea Gaza desde el 7 de octubre, realizó también una decena de incursiones en Jan Yunis y en los campamentos de refugiados instalados alrededor de esta localidad, la principal en el sur del estrecho enclave de 362 km2 y casi 2,4 millones de habitantes.
Israel asegura que altos mandos de Hamás, una organización considerada «terrorista» por Estados Unidos y la Unión Europea, tienen una base operativa en el hospital Nasser de esa localidad, desde donde se elevaron espesas columnas de humo.
Con información de RFI